martes, 29 de julio de 2008

MÉDICOS ESPAÑOLES EMIGRADOS A VENEZUELA

Situación de España y Venezuela (1933-1943)
Como consecuencia de lo ocurrido en España después de la victoria del Frente Popular (coalición de partidos de izquierda), en febrero de 1936 y del inicio de la guerra civil en julio del mismo año, el país vivió momentos convulsos y en ocasiones de extrema violencia y crueldad hasta la finalización de las hostilidades en abril de 1939. Se produce un exilio masivo de españoles, incapaces por razones diversas, de sobrevivir en esas condiciones. Hay que tener en cuenta que ya se habían producido hechos desestabilizadores durante el bienio radical-cedista (1933-1936), también conocido como “bienio negro” con insurrecciones, levantamientos, agitación social y el descontento de los campesinos al perder las tierras recibidas por la anterior reforma agraria. A ese saldo funesto hay que agregar los efectos de la represión del ejército nacionalista durante los primeros años de la dictadura del General Franco, los cuales fueron particularmente duros.
En Venezuela, la dictadura de Juan Vicente Gómez finaliza con la muerte del Caudillo en diciembre de 1935. Ya habían comenzado a llegar los primeros exiliados españoles a un país escasamente desarrollado, con una aparente fachada constitucional y democrática, que pretendía enmascarar el férreo control del poder por parte del benemérito General y sus allegados. Qué duda cabe que de los tres grandes caudillos que intentaron la creación de un estado nacional en Venezuela, fue el General Gómez quien dejó un país pacificado, más organizado y solvente; ni Páez, ni Guzmán Blanco lograron ese propósito. Sin embargo, sólo hizo resucitar un espíritu sin cuerpo, creó unas expectativas pero sin el respaldo de las bases doctrinarias fruto del conocimiento y de la reflexión.
Al morir Gómez, Eleazar López Contreras fue designado Encargado de la Presidencia hasta abril de 1936, y al año siguiente, fue electo Presidente Constitucional de la República por siete años. Su gobierno es recordado por la creación de organismos de protección y asistencia social, por la fundación de la Guardia Nacional con el fin de llenar el vacío que existía dentro del cuadro institucional del Estado, y por la fundación del Banco Central de Venezuela para modernizar las finanzas y administrar la bonanza petrolera. López Contreras tuvo la visión de nombrar algunos ministros bien preparados para ejercer sus funciones, y acertó en la contratación de expertos y técnicos extranjeros, entre los cuales se encuentran algunos de los médicos españoles que llegaron al país durante su mandato.
Condición de exiliado
El exilio es la condición de hallarse lejos de la propia tierra y puede considerarse como la expatriación voluntaria o forzada de una persona. Esto tiene connotaciones diversas, y es necesario advertir que la expatriación forzada de un sujeto en ejercicio de cualquier actividad bien encaminada, con buenas expectativas y, en especial, cuando se encuentra involucrado su entorno familiar cercano, resulta dolorosa y, más de una vez, con consecuencias difíciles de sobrellevar.
Para el grupo de médicos que se vieron forzados a dejar España después de haber completado su formación, contando ya con una labor cumplida, seguro que habrá resultado un evento particularmente traumático. Además, con el agravante de tener que cambiar de rumbo sin tener la certeza de que fuera posible encontrar condiciones propicias en tierra extraña. Quizás, aquellos que se vieron obligados a interrumpir el desempeño de sus actividades en una etapa más temprana y con menos recorrido, el ausentarse, aunque fuese en condiciones forzadas, debe haber sido más llevadero. Para profesionales como Pi Suñer, Corachán, Sanchez Covisa, Ortega Durán o para el mismo Ruesta o Sahagún, el impacto psicológico debe haber sido forzosamente más traumático que para otros como Bengoa, Bofill, Benaiges o Isern, que se trasladaron a Venezuela en etapas más tempranas de su carrera profesional. No tengo información de la situación del grupo de Médicos Vascos que cita Bengoa, ya que, si bien es cierto que los que llegaron durante el primer período (1939-1945) lo hicieron en condiciones psicológicas y económicas muy precarias y más que todo por razones políticas, en ese grupo algunos se desplazaron en búsqueda de más oportunidades, como ocurrió con otros galenos vascos que llegaron para ejercer la medicina en diversos puntos del territorio venezolano a partir de 1947.
A continuación y por orden alfabético presentamos los médicos españoles que se destacaron por su actuación profesional y ejercieron su influencia trabajando en instituciones sanitarias o docentes. Valga la oportunidad para brindarles un especial reconocimiento por sus logros en la tierra que tuvo a bien darles acogida y brindarles apoyo.
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Benaiges Ferriol, Buenaventura
Nació en Barcelona y estudio medicina. Al graduarse se le encuentra vinculado a la Escuela de Fisioiología de la ciudad, bajo la tutela de Augusto Pi Suñer. Posteriormente se interesó por temas nutricionales y endocrinológicos. Formó parte de la Unión de Profesores Universitarios Españoles junto a Carrasco Formiguera, Juan Bofill, Mario Cortés Lladó, y otros también emigrados a Venezuela pero no médicos, como mi padre Pedro Grases, Juan Antonio Vandellos y Domingo Casanovas.
Emigró a Venezuela y con su compañero Juan Bofill, también proveniente del grupo catalán de fisiólogos y dedicaron principalmente sus conocimientos médicos a asuntos de empresa (ver Juan Bofill Deulofeu). Le conocí bien cuando ambos residían en la Urbanización La Castellana de Caracas (eran vecinos). Se casó con Pilar Munné y tuvieron un hijo (Buenaventura) y una hija (Ana María). Pertenecían al grupo de amistades catalanas más íntimas y su padre (ebanista) acostumbraba a jugar La Manilla (un juego de cartas) en compañía de mi padre, de Juan Bofill y de otro emigrado no médico, Juan Abadía. Eran momentos de esparcimiento que recuerdo muy vivamente.
Benaiges, en colaboración con Bofill, fue pionero de los cultivos hidropónicos en Venezuela y los resultados llegaron a ser sorprendentes. Con la finalidad de ensayar su rendimiento a escala comercial, se montaron unas instalaciones en una finca de los Valles del Tuy, lamentablemente sin éxito por limitaciones en el proceso de comercialización de lo que allí se producía. En esa empresa participó el señor Abadías, suegro de Juan Bofill.
A Benaiges le recuerdo por su afición a la pintura y por su dedicación al huerto que tenía en su casa, actividad que alternaba con la lectura y el disfrute de escuchar música clásica. Falleció en Caracas, después de una larga enfermedad.
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Bengoa, José María
Llega a Venezuela en Abril de 1938 teniendo 25 años y ejerce como médico rural en Sanare. Allí. Además de ejercer la medicina actúa como un verdadero promotor de la comunidad. De su experiencia en Sanare deriva su afición por la nutrición y por la medicina social. Estuvo allí 3 años (desde 1938 hasta 1940) y fue entonces cuando conoció al Dr. Ruesta. Nuevamente inquietud por la medicina social. Ruesta fue su maestro más directo, pero también tuvo contacto con Pi Suñer (sin haber trabajado con él en Instituto de Medicina Experimental). Para ese entonces se encontraba sin trabajo y el Ministerio de Sanidad le dio un contrato para el estudio del bocio endémico en los Andes venezolanos. Posteriormente estuvo en Irapa como médico rural para atender una epidemia de fiebre tifoidea (durante tres meses). Se convirtió en especialista en catástrofes (inundaciones, epidemias, temblores, etc.) y posteriormente hizo suplencias médicas en la Victoria y Villa de Cura (Estado Aragua).
En 1941 es llamado para organizar la Sección de Nutrición del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), con la incorporación posterior de los Drs. Guevara y Vélez Boza. En realidad el técnico que había seleccionado el MSAS estaba formándose en Bélgica: era el Dr. Rafael Cordero Malo (hermano del ex ministro) quien regresó al país en 1943 para hacerse cargo de la División de Bromatología y Farmacia. Bengoa quedo dependiendo de él.
Para esa época Bengoa continuaba liderizando todo lo que tenía que ver con nutrición y fue nombrado en 1946 Jefe de la División Técnica del Instituto Nacional Pro-alimentación Popular cuyo director era José Ortega Durán, gran organizador y tal como veremos más adelante vinculado al presidente Rómulo Betancourt. De hecho fue él quien llamó a Bengoa para que se incorporara al equipo.
En los años 1946-48 también tuvo vinculación con el Patronato de Comedores Escolares. Ocurrió entonces el golpe de estado que derrocó al presidente Rómulo Gallegos. Para ese entonces dirigía el Patronato el Dr. Gonzalez Puccini. Bengoa continuó como Jefe de Sección y es el momento en que se integra un grupo de gran mística y de la más alta calificación. Entre ellos los colegas venezolanos Drs. Liendo Coll, Planchart, Otto Lima Gómez, Páez Pumar, Guevara y Vélez Boza.
En 1949 se funda el Instituto Nacional de Nutrición (INN) y Bengoa es cofundador, al igual que cofundador de la Escuela de Nutricionistas y Dietistas y de los Archivos Venezolanos de Nutrición. En el INN desempeña la jefatura de la División Técnica desde 1949 hasta 1955. En 1953 el Instituto se traslada a su nueva sede en la esquina del Carmen de Caracas.
Para esa época se ejercía un liderazgo. Se inició una etapa en donde los profesionales se valoraban más justamente. El crecimiento del país coincidió, como era lógico, con la disponibilidad de gente mejor preparada. Bengoa organiza y preside la
Tercera Conferencia Latinoamericana de Nutrición. En vez de 30.000 Bs. como estaba previsto inicialmente, el Ministerio aportó finalmente 200.000 Bs. y fue así como el evento causó una muy buena impresión. Se prestó una esmerada atención a los delegados nacionales y extranjeros, se dispuso de traducción simultanea (Núria Pi Suñer, hija de Don Carlos Pi Suñer se hizo cargo de supervisar esa tarea). Como consecuencia, los directivos de las asociaciones promotoras del evento, quedaron impresionadas con la capacidad organizativa de Bengoa y le propusieron llevárselo a Suiza o Italia. Bengoa escogió Ginebra.
En 1955 inicio esa nueva etapa como Asesor Inter-regional de Nutrición de la OMS , con sede en Ginebra, Suiza. Se desplazó a ese país centroeuropeo con su familia. Se había casado en 1947 con la hija de un nacionalista vasco con quien tuvo tres hijos. Una hija que vivía en Venezuela con sus padres, un hijo médico especializado en salud pública que trabajaba en Copenhagen y otro hijo también médico que ejercía la gastroenterología en el Hospital Cantonal de Ginebra.
En Ginebra permaneció 5 años. Viajó mucho y valoró esa experiencia como gratificante ya que estaba encariñado con los programas que estaba promoviendo. En un momento determinado decidió concentrarse en el continente americano y se fue a Washington, para ocupar un cargo que también dependía de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Allí desempeño la función de Asesor General de Nutrición de la Organización Panamericana de la Salud desde 1960. En 1962 volvió a Ginebra para actuar como Jefe del Departamento de Nutrición de la OMS. Viajó a muchísimos lugares del mundo (especialmente a Asia y África), y en Ginebra se mantuvo hasta 1974. Al año siguiente, fruto de sus contactos y de su experiencia, publicó en colaboración con G. Beaton un libro intitulado “Nutrition in Preventive Medicine”. Al final de ese período se le presentó el dilema; irse a Bilbao o regresar a Venezuela. Eran las postrimerías de la España de Franco. Al final, se inclinó por Venezuela y regresó con su esposa y con los hijos solteros.
Lo pasó mal ya que no se cumplieron sus expectativas; esperaba el apoyo del presidente sin que pudiese lograrlo. Retomó sus actividades en el Instituto Nacional de Nutrición, al que según él encontró muy politizado. Renunció y se fue al CONICIT al frente del grupo de investigación sobre nutrición, involucrándose también a temas de salud y acción social. Había allí en ese momento un buen grupo de técnicos. En 1975 se llevó a cabo el Congreso de Ciencia y Tecnología. Recuerda la excelente labor de un Miguel Layrisse y de Matos Azócar. La valoró como una etapa de gran empuje y dinamismo: se publicó en ese momento una monografía sobre nutrición, sin duda la mejor que se había hecho en el país.
En 1974 se jubiló de la OMS y al año siguiente, también del CONICIT. En 1980 pensó dedicarse a asesorías pero en la realidad estuvo “flotando” sin hacer gran cosa. Recibió entonces una llamada del Presidente del Gobierno Vasco. Le ofrecía el cargo de Consejero de Sanidad del País Vasco y le contesto que se lo pensaría. La necesidad de volver a cambiar de nacionalidad no le pareció apropiado y se ofreció como asesor sin ser consejero (cargo equivalente al de Ministro en un gobierno autónomo). Conservando su nacionalidad venezolana, se traslado a Vitoria en 1980 para desempeñarse como asesor del Ministerio de Seguridad Social. Al completar esa etapa regresó a Caracas, donde habían permanecido sus hijos.
Al regresar participó en un Simposio sobre Políticas de Alimentación organizado por la Fundación CAVENDES (Octubre de 1983) y ese mismo año, le nombraron director ejecutivo de la Fundación. Tuve la oportunidad de conversar largo con él en su despacho y lo encontré contento. El balance de su actuación en la Fundación fue muy fructífero. En los 13 años de su ejercicio puso en marcha 30 programas, publicó 20 monografías, organizó numerosos talleres y dirigió dos revistas dedicadas a la nutrición. El año 2000 publicó el libro “Hambre cuando hay pan para todos”, en donde analizaba para ese momento las asimetrías existentes en el acceso a los alimentos. En el 2004 fue investido como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Alicante. En el 2007 recibió en Bilbao el Premio Sabino Arana.
Como se puede apreciar, entre idas y venidas El Dr. Bengoa dedicó una buena parte de sus esfuerzos a la promoción y desarrollo de la nutrición en Venezuela, a lo cual hay que añadir su exitosa actuación en organismos internacionales. Se le recuerda como un gran organizador y hombre de bien. No cabe duda que forma parte destacada del grupo de profesionales que en su condición de exiliado, contribuyó como hicieron otros, al desarrollo de la Venezuela de esa época.
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Bofill i Deulofeu, Juan
Juan Bofill nació en 1905 en Santa Coloma de Farnes (Prov. de Barcelona), realizó sus estudios de Medicina enla Universidad de Barcelona y se graduó en 1928. Desde sus inicios como profesional tuvo especial inclinación por la investigación y además se destacó por su actividad docente en el Instituto de Fisiología de Barcelona bajo la tutela de Augusto Pi Suñer. Su carrera se vio truncada inicialmente por la guerra civil española, emigrando a Francia en donde tuvo oportunidad de actuar como histopatólogo haciendo alarde de su extraordinaria versatilidad e inteligencia. Posteriormente se trasladó a Alemania en donde se incorporó a una importante empresa de productos químicos, demostrando una vez más su sólida formación científica. Vive en Alemania los eventos trágicos que precedieron la II Guerra Mundial viéndose obligado nuevamente a emigrar, esta vez hacia tierras tropicales, incorporándose al numeroso contingente de refugiados españoles que llegaron a Venezuela a partir de las postrimerías de la década de los 40.
En Caracas se incorpora a la colonia de catalanes que se reunía en casa de los Grases-Vallmitjana, dos familias que decidieron vivir bajo el mismo techo en un alarde de convivencia digno de encomio. Con Abel Vallmitjana y Buenaventura Benaiges, ambos de origen catalán y el segundo, también médico de profesión, fundan los Laboratorios Derman, especializado en productos de uso dermatológico. Posteriormente se incorporó al grupo el Dr. Isern, otro de los médicos acogido con singular aprecio por los venezolanos de ese entonces.
Una Venezuela cuya capital, Caracas, tenía para esa época un cierto aire provinciano, propicio al intercambio amable y afectuoso de sus habitantes, conscientes de que en cierta forma, podían beneficiarse del contingente de emigrados principalmente españoles, italianos y portugueses que se instalaron en ese país. Los había de las profesiones más diversas y además de profesionales de la medicina, se incorporaron con ímpetu renovado, intelectuales, artistas, comerciantes, empresarios operarios, artesanos y trabajadores de muy diversas ramas, especialmente vinculados al sector de la construcción. De ahí que, como consecuencia de esa inmigración, el país experimentara un apreciable desarrollo de la industria de la construcción y un importante empuje del desarrollo de las actividades agrícolas. Se construyeron viviendas y edificios de muy buena calidad y el campo pudo dar sus frutos en cantidad y una calidad que no se ha repetido en la historia ya que el país no estaba sometido en ese entonces a los efectos “distorsionantes” de la producción petrolera. Transcurrió algún tiempo antes de que el flujo del llamado “oro negro” condicionase el declive de la producción agrícola hasta los niveles actuales en los cuales se ha hecho necesaria la importación de alimentos.
Bofill contrae nupcias con Pilar Abadias i Gasso, hija de quien fue mi profesor de matemáticas durante mis estudios de bachillerato y también nacido en España. Abadias fundó años más tarde con la decidida colaboración de su hija Pilar una Academia que ha educado a un contingente importante de alumnos de secundaria y a nivel de formación profesional en ramas diversas. Pilar, mujer hermosa y mucho más joven que Juan le encandiló para formar un hogar en donde crecieron tres vástagos: Nuria, Lina y Juan. La primera estudió arquitectura y después de residir unos años en Venezuela, vive ahora en Barcelona. La segunda, se graduó de médico y se especializó en infectología al igual que su esposo y viven ahora en Miami. Juan, después de una brillante carrera como físico teórico (llegó a trabajar en el Instituto Fermi de Chicago) un buen día decidió regresar a Venezuela para trabajar con su madre en la Academia y allí reside desde hace ya mucho tiempo.
Bofill fue para mí, y lo digo sin temor a equivocarme, la persona más inteligente que he conocido. Tenía una capacidad extraordinaria para entender cualquier disciplina, lo cual aunado a su prodigiosa memoria, le convertía en una persona capaz de conversar sobre cualquier tema como si fuese un especialista. Fue toda su vida un gran lector y tenía un don especial para explicar racionalmente cualquier tema. Tal era su convicción que cuando necesitaba enfatizar lo que a su juicio lo merecía, utilizaba un tono casi autoritario. Tuve el privilegio de charlar con él sobre lo mundano y lo divino, sin duda un privilegio.
Bofill probó de nuevo fortuna dentro del campo de la Industria Farmacéutica. Fundando con Benaiges los Laboratorios Protón con sede en Caracas y llegó a producir una diversidad de productos de aplicación médica entre los cuales se encontraba un extracto de hígado denominado Yacritón y un carbón activado para el tratamiento de afecciones intestinales con el nombre de Carbargal. No recuerdo el nombre de los otros productos pero en cualquier caso incluía una amplia gama de inyectables, tabletas, pomadas, cremas, grageas que fueron colocándose en el mercado con probada eficiencia. De esa época me viene a la memoria mi colaboración en las pruebas para el cultivo hidropónico de hortalizas y flores que se efectuaron en las instalaciones especiales colocadas en la terraza soleada del edificio sede de los Laboratorios. Fue una experiencia gratificante que formaba parte de la estrategia que mi padre utilizaba para que durante las vacaciones escolares no “perdiésemos” el tiempo.
Bofill sobrepasó los noventa años manteniendo la costumbre de pasearse a pie por la Urbanización en donde residía. A pasos cortos y con la mirada fija en el suelo para no tropezar, se le veía convencido de que ejercitarse le resultaba beneficioso. Falleció en Caracas rodeado del cariño de sus familiares y amigos.
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Carrasco Formiguera, Rosendo
Nacido en Barcelona en 1892 llegó a considerarse el más prolífico de los diabetólogos catalanes de la época. Se graduó de médico en su ciudad natal y desde muy jóven se inclinó por la investigación aplicada. Fue discípulo y colaborador de Don Augusto Pi Suñer, desempeñando los cargos de asistente del Instituto de Fisiología y también el de Profesor Agregado de Enfermedades de la Nutrición en la Universidad Autónoma de Barcelona en 1934. Fue miembro de la Unión de Profesores Universitarios Españoles junto a Bofill, Benaiges, Cortes Lladó, los Pi Suñer y Grases, todos ellos emigrados a Venezuela.
Inició su aproximación a la endocrinología con un trabajo sobre patología tiroidea (publicado en 1913). Años más tarde (1920) se ocupa de la dosificación de la glicemia en la diabetes. Después de completar una estancia en Argentina, se traslada a la Universidad de Harvard (Cambridge, EE.UU. -1921) para trabajar con Alter B Canon. Con su maestro colabora en el diseño de un procedimiento experimental sobre la secreción de adrenalina y al año siguiente tuvo el privilegio de ser aceptado para una estancia en el prestigioso New England Deconess Hospital de Boston, con la finalidad de profundizar sus estudios previos realizados en el Instituto de Fisiología de Cataluña, dirigido por Augusto Pi Suñer con la estrecha colaboración de Jesús María Bellido. Allí tomó contacto con las novedades sobre la metodología desarrollada en Canadá para la extracción de la insulina y de vuelta a Barcelona, en el Laboratorio de su colaborador Pere González consigue extraer suficiente cantidad de la hormona para poder realizar experimentos diversos. Esos logros fueron notificados al British Medical Journal y sirvieron de base para el tratamiento de pacientes diabéticos, sin duda una labor pionera en Europa. De hecho, desde 1924 hasta 1940 se dedica principalmente a la diabetología y en ese período escribe dos libros sobre insulina y diabetes.
Durante la Guerra Civil española lo encontramos actuando de voluntario con rango de Comandante encargado de las visitas al frente de Aragón. En febrero de 1939 se exilia a Francia encontrando acomodo en el laboratorio del Dr Soula.
Se casa en primeras con Solita Granados, hija del célebre compositor español Enrique Granados, quien falleciera trágicamente junto a su esposa, durante el retorno desde Nueva York como consecuencia de haber sido torpedeado el buque británico en que navegaban, por un submarino alemán. Con Solita tuvo varios hijos y desafortunadamente ésta falleció habiendo apenas cumplido 40 años. Se vuelve a casar en 1938 con una de sus cuñadas por parte de los Granados; era navarra y conocida como Viola.
Embarca en el puerto de Sete en mayo de 1939 rumbo a México. Cruzó el Atlántico en el primer barco alquilado por el Servicio de Emigración para Republicanos, organismo afín al presidente Negrín (por cierto fisiólogo de profesión). Veinte días después llega al puerto de Veracruz, con pasaporte mejicano y 500 pesos para llegar a destino. Carrasco llega al país y da clases de Fisiología General en la Escuela de Medicina Rural de la Ciudad de México, posteriormente da clases de Fisiopatología en la Universidad de Puebla, y a tiempo parcial, ejercía como diabetólogo. También figura más adelante integrado a la Sección de Fisiología de los nuevos Laboratorios de Investigación Científica en la Escuela de Medicina de la capital de ese país, promovidos y financiados por el Colegio de México y por el Instituto Rockefeller. Permaneció allí conjuntamente con Jaime Pi Suñer (hijo de Don Augusto) hasta su traslado a Venezuela en 1944. Estando en México Don Agusto Pi Suñer le propuso incorporarse a la Universidad de los Andes en Mérida (Venezuela), lo cual acepta tomando en consideración que de esa forma, económicamnete, podía atender mejor sus compromisos. En Mérida lograron montar un Instituto de Fisiología de menores proporciones pero siguiendo las pautas del Instituto de la Ciudad Universitaria en Caracas, en donde trabajó más adelante.
Fue en esa época cuando tuve el privilegio de conocerles. Y lo relato en plural por que en plena madurez, se había casado con Núria Pi Suñer, hija menor de Don Carlos Pi Suñer, economista, político e intelectual con una destacada vida pública. Mi padre fue su secretario privado cuando Don Carlos ejercía la alcaldía de Barcelona. Con su mujer Carmen Cuberta siguieron el camino del exilio en momentos muy comprometidos, primero fueron a Francia, luego a Inglaterra y finalmente a Venezuela.
El matrimonio entre Carrasco Formiguera y Núria tuvo lugar en México en septiembre de 1956. Él estaba por cumplir los 60 años y ella sólo tenía 28, pero se conocían desde España y se vieron esporádicamente en otras ocasiones, de hecho Carrasco siempre mantuvo una relación muy estrecha con varios miembros de la familia Pi Suñer. El matrimonio duró 34 años hasta la muerte de Rosendo en Barcelona en 1990.
Recuerdo a Rosendo como un hombre inteligente, culto, aficionado a la fisiología, a la montaña y a la música y con una estructura recia que le permitía extensas excursiones por la Montaña del Ávila al norte de Caracas. Solía decir “subo al pico Naiquatá o a la Silla de Caracas y vuelvo pronto”. Para un individuo común, eran caminatas que requerían descanso obligado y demandaban de un buen número de horas. No era el caso para este escalador incansable.
En el campo profesional, su interés por las células productoras de insulina en los islotes pancreáticos me permitió facilitarle muestras de ese órgano para sus estudios en un edificio cercano al nuestro dentro de la Ciudad Universitaria de la UCV en Caracas. Carrasco pasó de Mérida, a dar clases de Fisiología en Maracay (Estado Aragua) y entre 1963 y 1972, en la Universidad Central en Caracas.
Cuando Carrasco se instaló en Caracas, disfrutó del círculo de amistades y vínculos que Núria Pi Suñer y el resto de su familia Pi-Suñer tenían. Los Grases, la familia Vila, Mario Cortés y su esposa Ina Emberg, Antonio Moles, el matrimonio Gols, el escultor Ernesto Maragall, la familia Fernández-Shaw i Stuyk, Justino Azcarate y su esposa, entre otros. A su vez Carrasco incluye en ese círculo a Luis Quemada a quien conocía desde España, a Eduardo Brise, fisiólogo rumano que colaboró con él en Mérida y con quien compartía la afición a escalar picos diversos de la cordillera andina. Hay muchos otros amigos que no menciono para no excederme en el espacio destinado a este apartado. Lo cierto es que según relata su esposa Núria en su libro de publicación reciente, Rosendo disfrutó de una etapa llena de afecto y comprensión.
El fallecimiento de su suegro Don Carlos Pi Suñer en marzo de 1971 resultó una pérdida muy sentida. Carrasco tuvo un papel protagónico en asegurar que se hiciesen disponibles todos los recursos para atenderle. Años después (1980) acompañó el traslado de los restos de Don Carlos a España. Las emotivas ceremonias que concluyeron en Rosas en la provincia de Gerona, significó el final del exilio y la llegada de vuelta a casa de un hombre de bien que estimaba entrañablemente la tierra que le vió nacer. Rosendo regresa definitivamente a Barcelona, acompañado de Núria y se instalan en la ciudad condal hasta su muerte en 1990.
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Corachán García, Manuel
Corachán fue junto a Don Augusto Pi Suñer y Sanchez Covisa uno de los tres colosos de la medicina española que llegaron a Venezuela como consecuencia de la Guerra Civil española. Nació en Villa de Chiva, Provincia de Valencia en Noviembre de 1891. Comenzó siendo barbero como su padre aunque por poco tiempo, pues decidió trasladarse a Cataluña a estudiar en la Facultad de Medicina de Barcelona, licenciándose en 1905. Culminó su doctorado en Madrid en 1925 e hizo carrera quirúrgica de vuelta en Barcelona en donde logró ser Profesor Libre de Patología Quirúrgica en la Facultad de Medicina, cargo que ejerció desde 1933. Fue además Jefe de uno de los Servicios de Cirugía del Hospital San Pablo y de la Santa Cruz de la ciudad condal.
Estando en Europa completó su formación en Alemania y posteriormente tuvo oportunidad de participar en numerosos congresos vinculados con su especialidad. En Barcelona llegó a ocupar el cargo de Consejero de Sanidad de la Generalidad y una vez iniciada la contienda bélica fue movilizado al frente de Aragón en donde hizo gala de su habilidad quirúrgica en condiciones muy precarias.
Corachán quedo viudo de su primer matrimonio y tuvo un hijo que fue neurocirujano, fallecido en el frente de guerra. En segundas nupcias tuvo tres hijas: María Elena, Erminia y Margarita.
Estaba en Paris, representando a España en un evento de la Sociedad Internacional de Cirugía, cuando conoció al Dr. Enrique Toledo Trujillo, destacado médico venezolano, quien fuera primer ministro de Salubridad y Agricultura y Cría del gobierno del General Gómez. Más adelante conoció también a Rafael Ernesto López, Ministro de Educación del gobierno de Eleazar López Contreras quien le contrató para que se trasladara a ejercer en Venezuela. Llegó a Caracas el 22 de Mayo de 1937 y se instaló en la casa de la familia Grases.
Llegó al país con reconocido prestigio y avalado por su gran destreza quirúrgica. Su iniciativa de fundar un Instituto de Cirugía Experimental surge, según lo relató el propio Corachán, de un intercambio de ideas con el Ministro López, con el Rector de la Universidad Central de Venezuela Dr. Antonio José Castillo y con un grupo de profesores de la Escuela de Medicina de la universidad aludida. Ello ocurrió a mediados del año 1937 después de haber intentado sin éxito revalidar su título y por tanto sin posibilidades de ejercer la medicina privada. En ese entonces participó en dos proyectos: por una parte, modernizar la enseñanza de la anatomía y además crear el Instituto de Cirugía Experimental.
La actividad docente la inició por encargo del Profesor José Izquierdo, titular de Anatomía Descriptiva. Es contratado para dictar la Cátedra de Técnica Anatómica con la finalidad de dar énfasis a la anatomía funcional y al mismo tiempo participar en actividades vinculadas a la anatomía radiológica y anatomía topográfica.
El Instituto de Cirugía Experimental, fue inaugurado en San Martín, Caracas teniendo a Corachán como director, a Hernán de las Casas como subdirector y a Ricardo Baquero González y a Fernando Rubén Coronil como adjuntos. Allí se lleva a cabo, según expresión de los historiadores de la medicina en ese país “una titánica labor en pro de la Cirugía venezolana. Todas las tardes a partir de las dos, comenzaban las labores: demostraciones quirúrgicas, cirugía experimental y tutelaje de tesis doctorales con énfasis en cirugía experimental; las primeras realizadas en el país”. En el Acto de Graduación de 1940, que tuvo lugar en la Universidad Central, se leyeron algunas de esas tesis. Al comienzo el Instituto atrajo a muchos profesionales, pero luego de la natural decantación, quedaron como consecuentes asistentes los Drs. Montbrun, Beaujon y Calatrava.
Como ya hemos señalado, Corachán era hombre de extraordinaria habilidad quirúrgica y además se distinguió por ser disciplinado y metódico. Esa manera de ser y de hacer las cosas, y el ser consecuente con sus principios dejaron una huella indeleble entre sus discípulos. De ahí que se reconozca que Corachán dejo escuela en Venezuela. Por otra parte demostró interés para que su gente se superara. En su afán de mejorar la Cátedra de Técnica Anatómica logró convencer al nuevo Ministro de Educación Dr. Enrique Tejera, sobre la conveniencia de perfeccionar en el exterior a miembros de su Cátedra y fue así como los jefes de trabajos prácticos Drs. Montbrun e Izaguirre viajaron Francia y a los Estados Unidos.
Cuando el Instituto de Cirugía Experimental pasa a ser parte de la Facultad de Medicina, Corachán se hace cargo de la Cátedra de Técnica Quirúrgica, en sustitución de la de Medicina Operatoria. En esa etapa le acompaña el Profesor José Trinidad Rojas Contreras, con quien tuve oportunidad de cursar esa materia durante mis estudios de la carrera, y dar fe de su extraordinario nivel docente.
En sus comienzos Corachán estaba limitado a la práctica de disección en cadáveres y a la vivisección en perros, lo primero en la Escuela de San Lorenzo y lo segundo en el Instituto de Medicina Experimental. Por invitación practicó algunas intervenciones en los hospitales “Carlos J. Bello” de la Cruz Roja Venezolana, en el Hospital Vargas y en Instituto Oncológico “Luis Razetti” en donde fue designado asesor quirúrgico.
A comienzos de 1938 revalidó en Venezuela su título de médico español. En la casa que tenía el Prof. José Izquierdo en Naiguatá (litoral norteño del país) encontró la paz necesaria para preparar las materias. Presentó algunas por sorteo ya que otras, como la Patología Tropical eran obligatorias. El examen de Patología Quirúrgica tuvo lugar en el Hospital Vargas y como era de esperar, creó una gran expectativa entre colegas y estudiantes. La prueba tuvo lugar en la Sala 16 y el Jurado estuvo constituido por los Drs. Domingo Luciani, Miguel Pérez Carreño y Alfredo Borjas. Obtuvo una calificación de 18 puntos (sobre un máximo de 20). Pero al presentar la prueba de Medicina Tropical, figuraba el cólera entre los temas a elegir y previa autorización del Jurado le permitieron disertar sobre la epidemia de cólera en Barcelona (España), disertación distinguida como era previsible, con la máxima calificación.
Después de la reválida ejerció privadamente con mucho éxito en la Clínica Luís Razetti. Se recuerda como un profesional competente y prudente en el cobro de sus honorarios. Mantuvo siempre su interés por el Instituto de Medicina experimental y por sus labores docentes.
Regresó a España vía Nueva York en 1941. En el país del norte aprovechó para tomar contacto con los avances quirúrgicos y a su vez actualizar sus conocimientos de inglés. Por cierto que, desde Nueva York, prologó la obra de Dr. Carlos Travieso “Urgencias en Cirugía”. De regreso a España en Junio de 1941 reinició su práctica quirúrgica a nivel privado y se fundó en Barcelona una Clínica que lleva su nombre. Corachán falleció inesperadamente de tifus exantemático el 1 de Febrero de 1942 con 61 años cumplidos. Sus seguidores en Venezuela sintieron profundamente su desaparición y la Universidad en donde sentó cátedra, decretó un duelo en su memoria.
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Cortés Llado, Mario
Nacido en Barcelona en 1896 estudió medicina y se especializó en gastroenterología, llegando a ser profesor de esa disciplina en la Universidad de Barcelona. Cortés ya se encontraba en Venezuela cuando los Grases arribaron a ese país en 1937. Logró revalidar su título de médico y ejerció privadamente con éxito en la Clínica Luis Razetti de Caracas, con exclusiva dedicación a las enfermedades del Aparato Digestivo.
Casado en segundas nupcias con Ina Enberg, una catalana-escandinava, residían en una mansión de una de las Urbanizaciones de Caracas. Allí atendían a sus numerosas amistades con “sofisticación y las maneras formales de los países nórdicos” valoración acuñada a mi juicio muy acertadamente, por Núria Pi Suñer en su obra en catalán “L’exile manllevat” (Editorial Proa – 2006).
Marius, como se le conocía en el círculo de sus amistades, estuvo siempre al día en sus conocimientos médicos. Tenía buen ojo clínico y disponía de información muy bien clasificada y actualizada, muchísimo antes de que apareciese la informática e Internet. Era un hombre ordenado, afable y muy cercano a sus pacientes. No ejerció la docencia aunque si tuvo que ver con la formación del Dr. Madureri, estrecho colaborador, quien quedo a cargo de su consulta cuando el Dr. Cortes regresara a Madrid en 1963. Falleció 7 años más tarde.
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Jaso Roldán, Leoncio
El Dr. Jaso nació en la ciudad gallega de Vigo, Pontevedra en 1903. Estudió la carrera de medicina en la Universidad de Madrid logrando la licenciatura en 1925 y el doctorado en 1932. Se especializó en tisiología y cardiología y participo en actividades asistenciales diversas. Pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios, se le brindó la oportunidad de mejorar sus conocimientos en Munich, Viena y Estrasburgo. Su vinculación docente la llevó a cabo como ayudante de la cátedra de Patología General, regentada por el Profesor Novoa Santos.
Se traslada a Venezuela en el año 1929 y al año siguiente es contratado por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, ejerciendo como especialista en cardiología adscrito a la División de Tisiología de ese ministerio. Participo activamente en el Servicio de exploración funcional cardiorrespiratoria del Instituto Nacional de Tuberculosis, estuvo vinculado a varios dispensarios antituberculosos del país y también presto sus servicios en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Ejerció también la jefatura de sección en el Hospital José Gregorio Hernández de Caracas. En 1947 obtiene la reválida de sus estudios de medicina en la Universidad de los Andes y complementa su actividad hospitalaria con la práctica de la medicina privada.
El Dr Jaso era un buen conversador y tenía numerosas anécdotas que enriquecían los encuentros que privilegiaron mi relación con él. Cuando lo encontraba, me venía a la mente lo que hubiera sido de esos profesionales que por necesidad se vieron empujados al exilio. El argumentaba: “Pedro, no hay mal que dure cien años y por fortuna me siento apreciado por la gente de éste país”. Falleció en Caracas en 1992.
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Mateo Alonso, Alberto
Mateo Alonso pisó tierra venezolana en 1940, poco después de Ortega Durán. Junto a José Solanes Vilapreño constituyen los médicos psiquiatras más destacados que llegan a Venezuela como consecuencia de la diáspora que originó la guerra civil española. Solanes llegó más tarde, no arribó hasta 1949 desde su exilio en Francia.
Mateo Alonso nació en Madrid en otoño de 1912, en el seno de una familia de clase media. Don Alonso Mateo, su padre, era oficial del Ejército español, y estaba casado con Doña Eufemia; Alberto era hijo único. Hay testimonios de que durante su infancia se destacó por su vivacidad y prodigiosa memoria, completando sus estudios de primaria y bachillerato en su ciudad natal. Se recuerda que demostró aptitudes excepcionales para la declamación desde temprana edad y siempre fue un amante de la buena música. Ingresó en la Facultad de Medicina, concluyendo su carrera en la Universidad Central de España en 1934 con sólo 21 años. Fue un estudiante entusiasta, aplicado y figuró entre los mejores de su promoción. Culminó el doctorado dos años después y siempre tuvo inclinación por la psiquiatría. Se tiene constancia de que anhelaba dedicarse a esa especialidad desde temprana edad.
Durante dos años a partir de 1931 ingresa en calidad de Alumno Externo a la Sección de Neuropsiquiatría de la Policlínica “Madrid”, dirigida por el Dr. Labora. Los dos años siguientes desempeñó el cargo de Interno por examen-oposición de los hospitales, General de Madrid y en el de San Juan de Dios, en los Servicios del Prof. Labora (Neuropsiquiatría) y de los Drs. Sánchez Covisa y Tabota (Dermatología y Sifilografía). Simultáneamente estuvo como Interno de la Clínica Universitaria del Prof. C. Jiménez Díaz en el Hospital San Carlos de Madrid.
En 1934 es normado Inspector Municipal de Sanidad y a la vez Médico Militar. Desde 1935 hasta 1939 desempeñó destacados cargos dentro del Cuerpo de Sanidad Militar llegando a ocupar la jefatura de servicios de la Clínica Psiquiátrica Militar de Cataluña dirigida por el Prof. E. Mira y López.
Al llegar a Venezuela, a partir de 1940 fue nombrado médico rural de la División de Anquilostomiasis, ejerció en la Medicatura Rural del Distrito Giradot del Estado Cojedes y fue director-fundador del Hospital de Emergencia de El Baúl. A partir de 1945 y hasta el año 1956 desempeño con brillantez varios cargos relacionados con la asistencia psiquíatrica en el país. En ese período fundó y dirigió la Colonia Psiquiátrica Experimental de Anare (Dpto. Vargas, Distrito Federal), estuvo encargado de la División de Higiene Mental y a la vez fue miembro del Consejo Técnico del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Ejerció dos años de docencia como profesor de “Psicología Aplicada y Psicopatología” en la Escuela de Servicio Social del Ministerio de SAS, en Caracas y Secretario General de la Liga Venezolana de Higiene mental (1953-69).
Durante esos años representó a la psiquiatría venezolana en numerosos Congresos (en el propio país y en exterior), ejerció como experto y asesor de numerosas iniciativas oficiales y ocupó cargos directivos de diversas Sociedades Científicas ligadas a su especialidad.
Su labor docente en Cursos orientados hacia la Higiene Mental, así como su colaboración en actividades de postgrado, culmina con su ingreso al profesorado de la Universidad Central de Venezuela, en la Escuela de Educación, regentando la Cátedra de Antropología Pedagógica (1958-60) y en la Escuela de Psicología, funda las Cátedras de Psicología Diferencial y de Psicología de la Personalidad, actividades que desempeño hasta su prematuro fallecimiento, en el año1969.
Mateo Alonso era un profesional brillante y excelente docente. Su prestigio como expositor, la proyección de su labor social y la calidad de sus acciones, le llevaron a diversos países del continente americano, Europa e inclusive a algún país asiático. Como reconocimiento de su proyección internacional bastaría señalar que fue designado miembro del Consejo Ejecutivo de la Federación Mundial para la Salud Mental.
Nos dejó numerosas aportaciones en publicaciones periódicas de su especialidad, destacándose una aportación en la Revista SER (1955) con el atractivo titulo ¿Qué es la Salud Mental? ¿Quiénes estamos mentalmente sanos? Esta aportación fue traducida al inglés y publicada en revistas de Londres y Johannesburgo. La monografía “La Salud Mental de los Hijos”, escrito en colaboración, fue valorada por su discípulo Dr. Felix José Amarista, como “un incunable de la literatura psiquiátrica infantil”. El propio Dr. Amarista, publicó un sentido homenaje in-memoriam de su maestro, cuyos dos párrafos finales me permito reproducir textualmente: “Deja tras sí, pues, Alberto Mateo Alonso, una gran gestión, una obra trascendente, no sólo por su amplitud, sino por la variedad y riqueza en sus planes de acción, y la calidad humana con que las llevó a cabo. Su deceso representa una sensible y lamentable pérdida para la Psiquiatría. Creo que la forma más digna y cabal de honrar su memoria sería la de mantener vigentes y permanentes todas aquella actividades en las que intervino: la Cátedra de Psicología Diferencial, La Liga Venezolana de Higiene Mental y el Servicio de Higiene Mental del Instituto Pediátrico del 23 de Enero, a las que puso todo su calor y todo su afecto tal como era su norma en la vida ciudadana”.
“Así debieron ser los conquistadores españoles”, decía un amigo común el día de su muerte – refiriéndose quizás a la reciedumbre, la constancia y la capacidad de trabajo, pero olvidando que en este hombre, a esas cualidades se unía la mística, la bonhomía y el altruismo, propios de los seres excepcionales”.
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Miret Monsó, José
Llegó Venezuela en 1953 y desarrolló con éxito el servicio social y el asesoramiento psicológico en los distintos niveles de la educación, al igual que en el sector empresarial. Antes de trasladarse a Venezuela fue catedrático de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Barcelona y dio apoyo a los estudios de grafología del Dr. Augusto Vels. Llegó a ser miembro de honor y asesor de la Asociación Consultiva de Grafoanalistas de España. En Venezuela fue profesor de la Universidad de los Andes (Mérida) y en la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas). Regreso a España en 1982.
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Nieto Caicedo, Miguel
Oriundo de Almería, Nieto Caicedo arribó a Venezuela junto al grupo de exiliados entre los años de 1936-39. Era bacteriólogo y de ahí derivó su interés por el estudio del paludismo, incorporándose al grupo de colaboradores del Ministerio de Sanidad bajo la dirección del eminente malariólogo Dr. Arnoldo Gabaldón. Estuvo activo en campañas contra el paludismo en el Pampán y es recordado por haber corroborado con acierto, el tratamiento efectivo de la malaria por Plasmodium vivax mediante la utilización de una dosis única o sólo de un día con Hidroxicloroquina (Am Soc Trp Med & Hig Vol. 5, 1956.).
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Ortega Durán, José Luis
Nació en Ronda, Málaga, el 31 de junio de 1905. Cursó sus estudios de primaria y secundaria en su provincia y los dos primeros años de medicina en Granada. Completó sus estudios universitarios en la capital de España, obteniendo el doctorado en la Universidad de Madrid en 1929. Hizo el postgrado en psiquiatría en Barcelona, habiendo sido discípulo del maestro Emilio Mira y López. Aprendió con gran tenacidad, no sólo a hablar y leer el idioma catalán, sino a escribirlo. Fue médico de la Clínica Psiquiátrica Municipal de Barcelona, ayudante del Servicio de Psiquiatría del Instituto Psicotécnico de Barcelona y encargado por la Generalitat de Cataluña de la organización de los Servicios para la infancia anormal. En 1936 contrajo nupcias con una venezolana, Cristina Sánchez, cuñada del Dr. Isaac Pardo, médico tisiólogo venezolano, para ese entonces exilado en Barcelona como consecuencia de la dictadura de José Vicente Gómez en Venezuela.
También desempeñó labores docentes como profesor adjunto en la Cátedra que regentaba Mira y López y como profesor de la Facultad de Pedagogía de Barcelona. En 1935 obtuvo por concurso-oposición, la Dirección de la Clínica Mental Santa Coloma de Gramanet de la Generalitat de Cataluña. Sin duda un logro, tomando en cuenta que era andaluz y que le toco competir con hombres de la talla del Prof. Ramón Sarró, quién fuera años más tarde Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona. Viviendo en Santa Coloma, comenzó la Guerra Civil española y fueron años muy duros para la pareja Ortega-Sánchez. Aún estando designado para ocupar los altos cargos de miembro del Consejo de Enseñanza del Niño y para desempeñar la jefatura de la Sección de Psiquiatría e Higiene Mental del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad de España, Ortega Durán atendía un Centro Psiquiátrico Militar de vanguardia. En el curso del primer año de la contienda perdieron el primer hijo a los cinco días de nacido y las penurias no cesaban. Ortega Durán era hombre de exquisita sensibilidad social y se sintió siempre ligado al compromiso de atender y desplazarse de un sitio a otro con los enfermos mentales. Del Hospital Base de Reus logró escapar en compañía de otros colegas atravesando a pié la frontera hispano francesa. Hay testimonios que dan fe de su intención de llevarse camino del exilio un archivo con datos sobre la psicosis de la guerra. Lamentablemente la carga era tan pesada que no pudo con ella, inclusive hubo un momento que prescindió de las carpetas para aligerar el peso, sin éxito. Se vio forzado a quemar la documentación antes de dejar España. Fue el Prof. Mira y López quien se encargó de que su esposa Dña. Cristina viajase a Francia para encontrarse con su esposo en París. Allí permanecieron un par de meses hasta que lograron trasladarse a Venezuela gracias a contactos familiares, encabezados por Don Manuel Segundo Sánchez, padre de Dña. Cristina.
La familia Ortega-Sánchez llega a Caracas en 1939 y Ortega Durán inicia sus actividades profesionales como Inspector en la Colonia psiquiátrica de Maiquetía. De ahí pasa a ser Técnico Asesor de la Dirección de Salud Pública. El Ministro de Sanidad García Álvarez le encomienda una gira de inspección a varias instituciones de atención psiquiátrica y el informe que presentó resultó ser patético. Llama la atención que habiendo sido Ortega Durán un hombre de sólida formación psiquiátrica no intentase revalidar para ejercer en propiedad en ese país de acogida. No sólo podía ser resultado del impacto de la Guerra Civil Española, sino también, las dificultades de una reválida del título de médico antes de poder acreditarse como especialista en psiquiatría. No era un trámite nada fácil. Afortunadamente, parecía haber encontrado un buen sendero para llevar adelante iniciativas en campos afines. Según testimonio de José María Bengoa, otro de los médicos reseñados en este escrito, Ortega Durán era hombre de extraordinarias dotes organizativas.
Fue nombrado Jefe del Servicio de Higiene Escolar, base para la creación de una División de Higiene Escolar que regentó hasta su jubilación en 1960. De todos fue conocido el alto nivel de los servicios prestados por esa dependencia en beneficio de la población infantil. Su prestigio y la confianza que le tenía Rómulo Betancourt, en ese entonces presidente de la República, le llevan a la Dirección del Instituto Nacional de Pro-alimentación Popular, logrando tener como colaboradores a nutricionistas de la talla de José María Bengoa, quien acepto la jefatura de la División Técnica. Ortega Durán también fue creador y Secretario General del Instituto Nacional de Comedores Escolares.
En cuanto a los servicios prestados por Ortega Durán en Venezuela en el campo de la Psiquiatría, la Psicología y la Higiene Mental, bastaría tomar en cuenta la valoración muy positiva hecha por el Dr. Alberto Mateo Alonso, su prestigioso colega, admirador y amigo desde España.
En 1943, el entonces Ministro de Sanidad Dr. Felix Lairet, creó la Comisión Asesora Psiquiátrica del SAS que presidió Ortega Durán y a la cual presentó no sólo el primer plan de Higiene Mental y Asistencia Psiquiátrica de Venezuela, sino un programa para la creación de una Colonia Psiquiátrica en la zona centro del país, la de Bárbula que ahora lleva su nombre.
Fue fundador y profesor de la Universidad Central de Venezuela en donde ejerció por muchos años diversas cátedras y además profesor de Psicología del Instituto Pedagógico y de las Escuelas Normales “Miguel Antonio Caro” y “Gran Colombia”. Según Mateo Alonso “el buen criterio y los vastos conocimientos de Ortega Durán le convirtieron en uno de los más preciados consejeros y asesor de numerosas organizaciones oficiales y filantrópicas, como el Consejo Venezolano del Niño, la Comisión de Prevención de la Delincuencia, la Fundación Eugenio Mendoza, la Liga Venezolana de Higiene Mental, la Federación de Instituciones Privadas de Asistencia al Niño, etc. Precisamente en el último año de su actuación profesional en el país, le fueron impuestas las condecoraciones de Orden de Andrés Bello y de Francisco de Miranda. A petición de sus compañeros el Ministerio en donde presto sus servicios, utilizó su nombre para rendirle homenaje en varias de las instituciones que se habían beneficiado de sus logros.
Ortega Durán falleció en Paris víctima de un repentino accidente cerebro vascular el 1º de diciembre de 1965 y sus restos fueron trasladados a Caracas para su sepultura el día 4 de ese mismo mes.
Antes de concluir quisiera dejar constancia de la colaboración prestada por su viuda a quien tuve oportunidad de entrevistar para contrastar los datos biográficos que había recopilado. Tuvo a bien ratificar y a la vez enriquecer con nuevas aportaciones lo que aparece en este apartado dedicado a un hombre de talento y fuerza vital realmente excepcionales.
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Pérez Enciso, Guillermo
El profesor Pérez Enciso, barcelonés de nacimiento, fue uno de los psicólogos fundadores de la más antigua Escuela de Psicología de Venezuela. Hizo escuela y se le recuerda como un brillante expositor, dotado de un conocimiento universal que le permitía comunicarse a todos los niveles. Formó parte de la directiva de la Asociación Venezolana de Psicólogos y falleció en Caracas en febrero de 2007.
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Pi Suñer, Augusto
Nació el día 12 de agosto de 1879 en Barcelona. Miembro de una verdadera dinastía del pensamiento en el sentido más noble del término. En su juventud tuvo la oportunidad de enriquecerse con el ambiente cultural y espiritual de la Ciudad Condal de fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX. Finalizó la carrera de medicina y al inicio del ejercicio de la misma se nutrió del modernismo para desarrollar inquietudes literarias llegando inclusive a escribir para teatro.
Su carrera principalmente dedicada a la investigación científica comenzó en el Laboratorio Municipal del Ayuntamiento de Barcelona, conocido como el Laboratorio del Parque por su ubicación detrás del Parque de la Ciudadela. Trabajó bajo la tutela del Maestro Ramón Turó, hombre de una meritoria trayectoria con dotes intelectuales destacables. Las condiciones no fueron fáciles. Don Augusto había perdido a sus padres durante la adolescencia y en la adultez temprana tuvo que afrontar las consecuencias de una enfermedad pulmonar que le obligó a tomarse una pausa reparadora, primero a las montañas de Montserrat y luego un par de veces al Sanatorio de Davos en Suiza lo que le sirvió para tomar aliento y reponerse, dentro de lo posible y a pesar de ello, dio rienda suelta a sus inquietudes políticas participando con otros en la llamada Asamblea de Parlamentarios. Fue diputado a Cortes en representación de Figueras, exigiendo en todo momento que se tomara en cuenta lo que demandaba el sentimiento popular. A raíz de la primera dictadura de Primo de Rivera resolvió apartarse de la política activa para dedicarse plenamente al ejercicio de la medicina clínica y a la investigación científica. Como señala su hermano Carlos “fue el momento en que me pasó la antorcha”. Carlos, quien fuera muchos años más tarde suegro de Rosendo Carrasco Formiguera, fue como ya hemos señalado, economista, político e intelectual con una destacada vida pública. Su pasión por la música y sus relaciones con personalidades de ese mundo, llevaron a Don Augusto a la Presidencia de la Asociación de Música de Cámara de Barcelona.
Pi Suñer destaca como fisiólogo llegando a ocupar la Cátedra de esa disciplina en la Universidad de Barcelona (España). En 1920 funda en la misma ciudad, el Instituto de Fisiología, filial de la Sección de Ciencias del Instituto de Estudios Catalanes con sede en el Hospital Clínico. Allí llegó a crear escuela. Su hermano Santiago se formó a su lado y regentó más tarde la Cátedra de Fisiología en la Universidad de Zaragoza. Trabajaron También a su lado sus hijos Jaime y Cesar, Leandro Cervera, Carrasco Formiguera, Juan Bofill, Buenaventura Benaiges, Manuel Dalmau, José Puche (quien fuera Jefe de Sanidad del Ejército de Cataluña), Jaime Raventos y Alberto y Jorge Folch i Pi entre otros. La Escuela de Barcelona estaba bien relacionada con la de Madrid, dirigida por el Dr. Juan Negrín quien fuera Jefe de Gobierno Español durante la Guerra Civil. Este dramático evento, incluido el periodo de inestabilidad, incertidumbre y barbarie que antecedieron las hostilidades, significó una interrupción abrupta, un naufragio de las esperanzas de una generación. Terminada la guerra, se fue al destierro. Desde Paris, emigraron a Venezuela. Significó dejar atrás su tierra, para iniciar el tránsito de una ruta incierta que lo llevó a escuchar las palabras de Lord Tennyson “luchar, buscar, hallar… no rendirse” (cita tomada de Humberto García Arocha).
Arribó a Caracas contratado por el Ministerio de Educación con la misión expresa de organizar la enseñanza de las Ciencias Fisiológicas en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Caracas. Con la incorporación de Pi Suñer en 1939, se inició una etapa de fructíferas reformas. Hay que tomar en cuenta que a la medicina puramente descriptiva, se añadió la importancia de conocer y comprender los complicados y a la vez fascinantes mecanismos del funcionamiento normal. Pi Suñer insistió en su momento, que para el conocimiento cabal de la función alterada, era esencial conocer los procesos fisiopatológicos, los cambios bioquímicos y también estructurales que tienen lugar en el curso de una determinada enfermedad.
Los primeros núcleos de trabajo en el Instituto de Medicina Experimental fundado por él en 1940 convirtieron la fisiología, la fisiopatología y la farmacología en ciencias experimentales. La inauguración estuvo a cargo del Ministro de Educación de Venezuela, con asistencia del general Eleazar López Contreras en su condición de Presidente de la República. Sus dos colaboradores más cercanos fueron Humberto García Arocha y Marcel Grabier-Doyeux. A ellos se sumarían entre otros Francisco de Venanzi, Armando Soto Rivera y José Avelino Cartaya.
La universidad Central de esa época era una institución con algo más de 30.000 estudiantes, con un profesorado de la Facultad de Medicina dedicado más que ahora a sus obligaciones docentes, con un campus de dimensiones holgadas, muy bien mantenidas y con edificaciones nuevas y bien construidas. El Hospital Universitario, orgullo de la medicina nacional, particularmente en el curso del primer decenio, se puso en funcionamiento un poco más de tres lustros más tarde.
Tuve el privilegio de conocer a Don Augusto en su ámbito familiar. Era natural, la colonia catalana en Caracas mantenía una relación muy estrecha. Doña Carmen Bayo, su esposa, se esmeraba en cultivar los contactos sociales de Don Augusto y a pesar de mi juventud en ese entonces, guardo un recuerdo entrañable de su hijo Pedro, economista de valía, siempre al lado de su esposa Teresa Peyrí, a Núria Pi Suñer, hija de Don Carlos Pi Suñer y futura esposa de Rosendo Carrasco Formiguera. Al profesor Pi Suñer tuve oportunidad de escuchar con devoción, alguna de sus clases. Su presencia era imponente e iba hilando con soltura su disertación con convicción y serenidad. A mi me tocó como titular de Fisiología al Dr. Humberto García Arocha, también excepcional como expositor, pero éste le reservaba algunos temas para que la presentación magistral estuviese a cargo de Don Augusto. Que duda cabe que tuve la fortuna de estudiar medicina en la “época de oro” de nuestra Facultad, en donde tuve más tarde la oportunidad de volcar mi vocación docente en el Instituto Anatomopatológico hasta mi jubilación en 1986.
En Venezuela, Augusto Pi Suñer publicó 10 de sus libros, las dos novelas, multitud de ensayos y monografías, así como aportaciones a publicaciones periódicas científicas y culturales. En 1962 la Editorial Paz Montalvo (Madrid) y en colaboración con su hermano Santiago, publico en dos tomos una obra titulada “Fisiología Humana”. También merece destacarse su libro sobre el Sistema Neurovegetativo impreso en México en 1954.
A lo largo de los años, fue objeto de numerosas distinciones en varios países y en 1955 fue distinguido, a propuesta del Gobierno de Venezuela, con el Premio Kalinga otorgado por la Fundación del mismo nombre, establecido en la India para propiciar la relación entre oriente y occidente, de los hombres de ciencia y pensamiento más notables en el mundo. Los nombres de Broglíe, Julián Huxley y Kaempfert honran, entre otros tan eminentes, al preciado galardón. Lo administra y adjudica la UNESCO.
Cuando por motivos políticos la Universidad Central donde trabajaba fue clausurada, algunos investigadores en torno a Francisco de Venanzi y el propio Don Augusto crearon la Asociación para el Avance de la Ciencia, institución de implantación nacional para la salvaguarda de la libertad de investigación y tolerancia hacia la ciencia. El grupo de 50 firmantes fundacionales llegó a tener con los años, más de 4000 miembros.
Con los años de desestabilización ciudadana que vivió Venezuela (antes de 1958), se produjeron desordenes y huelgas en la Universidad. Rememoraban episodios vividos por Don Augusto en España y los consideró como un mal augurio. Insistió para ese entonces que “la sociedad se constituye en el orden, en la ley, como hay orden y ley en la Fisiología, con el trabajo del los órganos del individuo”. Poco tiempo después se marchó a México, adolorido y buscando el calor del hogar de sus hijos. En ocasión de una visita de despedida al Dr. Enrique Tejera, quien fuera el Ministro que lo contrato para trabajar en Venezuela, Don Augusto le hizo la siguiente reflexión: “La vida es una trayectoria. Empieza, asciende, llega al acmé, evoluciona y termina. Cada fenómeno llega a su hora inexorablemente. Cada edad tiene su tiempo. Los diferentes períodos de la vida poseen cualidades que les distinguen y duran un tiempo determinado. Un día se es viejo, y de viejo nadie pasa”. Más adelante en una visita a Venezuela a él mismo le comentó: “El pensamiento, muchas veces, se extingue antes que la vida”.
El maestro Pi Suñer falleció en México el 12 de enero de 1965 en casa de uno de sus hijos. Como señaló acertadamente uno de sus discípulos, Humberto García Arocha: “murió Augusto Pi Suñer legándonos la plenitud de una obra y la pulcritud de un ejemplo. Al evocarlo, la memoria se recrea en su hermosa dimensión humana”.
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Quemada, Luís
Oriundo de Valladolid, fue junto a Moisés Broggi y Tudor Hart de Londres, miembro de las Brigadas de Sanidad que se estructuraron después de la Batalla de Guadalajara. En ese entonces preocupaba la alta mortalidad en las filas republicanas, durante su largo y penoso traslado a Madrid en carros tirados por animales. El Dr. Broggi era el jefe de ese equipo. A Quemada le sorprendió la guerra en Ciudad Real en donde se desempeñaba como cirujano y director del Hospital Provincial. Había contraído nupcias con una noruega de nombre Hedda. Al final de la Guerra Civil no logró encontrar trabajo en Noruega y decidió embarcarse como médico de un barco ballenero que le obliga a desplazarse a distintos puntos del océano. Cuando Noruega fue invadida por los alemanes obligaron a la embarcación a refugiarse en Gran Bretaña, en donde trabajo en hospitales distantes de Londres. Emigraron a Venezuela y allí fueron amigos muy cercanos de Núria Pi Suñer y Rosendo Carrasco Formiguera. El Dr Quemada fundó una Clínica Privada en Caracas y solía ser consultado para resolver los problemas que acusaban los emigrantes compatriotas que residían en esa ciudad. Se conoce su participación activa durante los quebrantos que condujeron al fallecimiento de Don Carlos Pi Suñer, padre de su amiga Núria.
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Ruesta, Santiago
Destacado sanitarista, Santiago Ruesta nació en Zaragoza, España, el 25 de julio de 1899. Cursó estudios de primaria y de bachillerato en su ciudad natal y culminó sus estudios de medicina en la misma ciudad graduándose en su Universidad en 1922. Después de culminar su doctorado en Madrid en 1924 ingresa en la Escuela Nacional de Sanidad Española en marzo de 1926.
Es nombrado Inspector Provincial de Sanidad de Huesca (España) en mayo del año siguiente y a partir de allí tuvo un rápido ascenso destacándose por su actuación en el control de un foco de fiebre tifoidea hasta su completa resolución.
Consiguió por concurso de méritos la plaza de Inspector General de Sanidad Interior de España en 1923 y la de Inspector de Servicios Sanitarios dos años más tarde. Al año siguiente alcanzó a ocupar el cargo de Subsecretario de Sanidad y Beneficencia.
Sus estudios de postgrado los inicia en la Universidad de Paris en donde obtiene el diploma en Malariología. De seguidas se desplaza a Roma para completar el curso de Paludismo organizado por la Sociedad de Naciones y más tarde en Sophie (Yugoslavia) culmina exitosamente el curso organizado por la Sociedad de Naciones en el Instituto de Higiene. En los años siguientes llegó a ocupar diversos cargos como asesor y consejero en diversas organizaciones sanitarias españolas.
A raíz de la grave situación política que vivió España como consecuencia de la Guerra Civil, en 1937 se desplazó a Paris en donde compartió alojamiento con Sánchez Covisa y Pi Suñer, compañeros de exilio que finalmente también se trasladarían a Venezuela.
Estaba en Paris cuando fue contratado gracias a las gestiones de Enrique Tejera como Asesor Técnico del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, llegando a Venezuela en 1938. Queda adscrito a la Dirección de Salubridad Pública y como actividad principal se le encomendó consolidar las Unidades Sanitarias, particularmente en el interior del país. Así comienza su labor sanitaria, permitiéndole conocer progresivamente las necesidades de tan importante disciplina en éste país del trópico. En 1940 es nombrado Médico Asesor Adjunto en la División de Unidades Sanitarias y al año siguiente, Técnico Asesor de Higiene de la Dirección de Salubridad. En 1942 fue reclamado para formar parte de la Comisión que dictó las pautas para el funcionamiento del Hospital Universitario de Caracas y en 1943 formó parte del cuerpo asesor en competencias técnicas, del Instituto de Puericultura.
Como docente fue profesor de la Escuela de Servicio Social desde 1941 hasta su muerte en 1960. Una de las promociones de egresados de esa institución, lleva su nombre. Además fue profesor de la Escuela Católica de Servicio Social y de la Escuela de Enfermeras.
Tuvo el privilegio de representar a Venezuela en la Conferencia de la OMS en Washington, DC (1949), actuar como asesor de la Delegación de un Congreso Sanitario en Chile y fue designado Secretario de la XIV Conferencia Sanitaria Panamericana que se celebró en Caracas.
Desde el ministerio influyó con empeño en el desarrollo y fortalecimiento de la organización sanitaria venezolana. Al mismo tiempo, muchas de sus iniciativas fueron tomadas en cuenta por José Ignacio Baldo a la hora de diseñar la estrategia para la formación de recursos humanos de postgrado en medicina. En resumen, un verdadero doctrinario de la filosofía sanitaria, cuyos consejos fueron valorados y apreciados en el curso de sus años de actuación profesional en Venezuela.
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Sahagun Torres, Jesús
El Dr. Sahagún nació el 25 de mayo de 1892 en Cepeda de la Mora, Provincia de Ávila, España. Fue el primogénito de una familia de tres hijos, quedando huérfano a la edad de 5 años. Su padre era médico y en segundas nupcias tuvo 7 hijos más, por cierto que todos los varones, con excepción de uno, siguieron la carrera de medicina.
Sahagún hizo sus estudios de primaria y de bachillerato en pequeños pueblos de su Provincia natal y cursó estudios preparatorios de medicina en la Universidad de Salamanca. De allí se trasladó a Madrid donde estudió casi toda la carrera. En atención a sus obligaciones de hermano mayor de una familia numerosa y con la finalidad de evitar la interrupción de sus estudios universitarios para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, cuando cursaba el cuarto año decidió continuar estudios libres en la Universidad de Valladolid. Ello le permitió cuidar a su padre mientras estuvo enfermo y a la vez descargarle de trabajo en la atención de sus pacientes. Se graduó de médico en 1913 recién cumplidos sus 21 años, para eso momento fue el médico más joven de toda España.
Comenzó su actividad profesional como médico rural (llamado médico de partido) y aunque las exigencias del cargo eran fatigosas, no le impidió seguir estudiando con éxito, ya que logró en unas oposiciones bien reñidas ocupar la plaza de bacteriólogo del Instituto Nacional de Higiene. Más tarde prosiguió su carrera como sanitarista y tanto en Murcia como en Arévalo, trabajó como director de Centros de Higiene. Llego a desempeñar el cargo de Subinspector Provincial de Sanidad de Ávila. Tenía un indiscutible potencial para continuar cosechando éxitos, pero los fatídicos acontecimientos del año 1936 en España, como a tantos otros, truncaron sus aspiraciones.
Siendo republicano y habiendo quedado en territorio ocupado por el bando contrario, fue encarcelado salvándose milagrosamente de ser pasado por las armas, tal como ocurrió con todos sus compañeros de celda. Por suerte pudo contar con el apoyo de un tío materno que estaba del lado franquista. Con desconcierto se movió de un sitio a otro con toda su familia, pero fue perseguido con la intención de encarcelarlo de nuevo. Con las dificultades del caso, llegó hasta el País Vasco con la esperanza de poder cruzar la frontera hacia Francia. Por obra del destino, un encuentro fortuito con una persona vinculada al Gobernador General de la Provincia, le permitió proveerse de los documentos necesarios para atravesar a pie con la familia, un puente que separaba ambas naciones.
Desde Francia y desprovisto de todas sus pertenencias, pasó luego a Bélgica, en donde residían unos familiares de su esposa, Doña Teresa. Allí un bibliófilo judío le empleó en la traducción del francés al castellano de una obra enciclopédica sobre temas médicos. En visita a la misión diplomática de Venezuela en Bruselas, conoció al embajador Enrique Tejera y se hicieron amigos. Tejera era un bacteriólogo de prestigio y naturalmente compartieron el interés mutuo por temas médicos. Cuando en Venezuela se produjo un cambio de gobierno, nombraron a Tejera ministro y fue él quien concretó la contratación de Sahagún para trabajar en ese país.
Llega a Venezuela acompañado de su esposa y cuatro hijos en mayo de 1939. Una Venezuela con condiciones sanitarias muy precarias. En los primeros años actuó como Jefe de la Unidad Sanitaria de Santa Teresa del Tuy y luego como Médico Jefe de los Centros de Salud de El Valle y Petare. En 1949 y por méritos propios, es nombrado Médico Adjunto de la División Materno-infantil del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, convirtiéndose prontamente en la mano derecha del Dr. Pastor Oropeza, destacado pediatra, humanista y maestro de varias promociones de pediatras. Sus compañeros de trabajo en el Ministerio siempre apreciaron su actitud bondadosa y carácter afable.
Sahagún participó en actividades docentes en su condición de Profesor de Salud Pública de la Escuela de Enfermeras, como Profesor de Administración Sanitaria e Higiene Materno-infantil y estuvo vinculado al Postgrado de Médicos Higienistas y también en el de Puericultura y Pediatría en la Universidad Central de Venezuela.
Sahagún contribuyó a la bibliografía médica nacional con numerosas publicaciones relacionadas con su especialidad, sin embargo, tal como destaca Pastor Oropeza, su principal aportación está plasmada en los informes administrativos de rendimiento de los servicios de Higiene Materno-infantil del país. “Labor paciente y meticulosa, propia de un asceta castellano”.
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Sánchez Covisa José
Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que José Sánchez Covisa fue junto a la figura insigne de Don Augusto Pi Suñer, el médico inmigrante español que arriba a tierras venezolanas con el aval de destacadas actuaciones en España.
Nació en Huete, Provincia de Cuenca, España, el día 28 de junio de 1881. Fue miembro de una familia numerosa (9 hermanos), que quedo a cargo del hermano mayor y de las hermanas como consecuencia del fallecimiento del progenitor. Sánchez Covisa estudió bachillerato en la ciudad capital y culminó su carrera de medicina en la Universidad de Madrid, doctorándose en 1903. Dos de sus hermanos también fueron médicos.
Un año después fue nombrado médico de la Beneficencia Municipal y cuatro años más tarde, también por oposición, fue designado miembro de la Beneficencia Provincial. En ese momento da comienzo a su formación dermatológica bajo la tutela de quien fue su maestro, Don Juan Azua. En 1912 asciende a médico de número de uno de los Servicios especializados del Hospital San Juan de Dios y luego, por méritos propios, se encargó de la Consulta de Dermatología de la recién creada Beneficencia Municipal. Su actuación en esos dos Centros le permitieron acumular gran experiencia y es así como al faltar el maestro, Sánchez Covisa le reemplazo a la cabeza del Servicio del Hospital San Juan de Dios ya mencionado.
Su dedicación y constancia le permitieron publicar numerosos artículos sobre Dermatología y Sifilografía. Su sólida formación y dotes docentes, le llevaron a ocupar la Cátedra de Madrid. Es bien conocido lo que significaban en esos años unas oposiciones para optar a una Cátedra universitaria en España. Optaron a ese mismo cargo, los Drs. Navarro, Jimeno y Peyrí, este último de gran prestigio en Cataluña.
Su personalidad y don de mando le abrieron las puertas para que se destacara en otros campos. Fue presidente de la Sociedad Dermatológica Española, asi como miembro de innumerables Sociedades extranjeras. En 1920, sus colegas le eligieron Presidente del Colegio de Médicos de Madrid y tres años más tarde fue designado Presidente de la Academia Médico-quirúrgica Española. En 1928 resultó electo miembro de la Real Academia de Medicina y su trabajo de incorporación versó sobre el “Problema Social de la Lepra en España”.
En 1933, el claustro extraordinario de la Facultad lo eligió, por aclamación, Decano de la Facultad de Medicina de Madrid. En 1936 publica conjuntamente con el Dr. Julio Bejarano un libro intitulado “Tratado de Dermatología”. Cuatro años más tarde es distinguido con la Presidencia del Congreso Internacional de Dermatología que había de celebrarse en el año de 1940. La sede de ese evento fue trasladada a Nueva York, Estados Unidos, como resultado de la Guerra Civil Española y a fin de cuentas, pospuesto debido al comienzo de la II Guerra Mundial.
Iniciada la Guerra Civil, Sánchez Covisa se mantuvo en Madrid hasta noviembre de 1936. En ese momento se trasladó a Francia en donde estuvo viajando varios meses, y al finalizar ese periplo, regresó a España. Eran momentos de gran incertidumbre, pero afortunadamente él era hombre de reconocido prestigio y con numerosos contactos en varios países. Le llegaron ofrecimientos de Cuba, México, Perú y Argentina. La idea era dejar España por uno, o a lo sumo, un par de años. Resignado al exilio, el destino inicial era México, como fue el caso de la mayoría de los profesionales españoles que se habían visto obligados a emigrar. Haciendo escala en Nueva York, cambió de rumbo. Allí tuvo oportunidad de entrar en contacto con Don Augusto Pi Suñer y con su hijo Pedro. Fue Álvarez Mendizábal, ex Ministro de Agricultura de España, quien le consiguió un contrato para probar fortuna en Venezuela, gracias a la intermediación del Ministro Dr. Enrique Tejera.
Llegó a Caracas en mayo de 1939 acompañado de su esposa Teresa Hernando y dos de sus tres hijos: José Joaquín y Tere. En Venezuela fue acogido como se acostumbraba en esas circunstancias por dos dermatólogos de excepción: los Drs. Martín Vegas y Pablo Guerra. Sánchez Covisa no quiso revalidar, para ello tenía que cambiar de nacionalidad y no lo consideró oportuno. No hay que olvidar que en los años iniciales de un exilio, no se pierden de un todo las esperanzas de retornar a la patria aunque las condiciones no fuesen halagüeñas. Por otra parte ya era hombre maduro, sólidamente formado y figura destacada. ¿Qué más daba?
En Caracas participó entusiastamente en la organización del Dispensario Antivenéreo ubicado en pleno centro urbano (de Conde a Piñango), en su condición de Asesor Técnico de la División de Venereología del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Su afición por la docencia le mantuvo muy activo, participando en Cursillos y Conferencias. Llegó a ser Vice-Presidente del Comité Organizador de la 1ª Jornada Venezolana de Dermatología celebrada en Caracas en 1943 y luego ocupó la Vice-presidencia de la Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología.
Publicó varios trabajos y artículos en revistas venezolanas. Tal como ya dijimos, Martín Vegas, y sobre todo Pablo Guerra fueron sus colegas más próximos. Le permitieron examinar pacientes en calidad de consultante en la Policlínica Caracas, testimonio de la nobleza de ambos. De su actuación se beneficiaron dermatólogos en formación, como fue el caso del Dr. Juan DiPrisco.
Poco antes de su muerte estaba en trámite su designación como “Doctor Honoris Causa” de la Universidad Central de Venezuela. Ya contaba con la aprobación unánime de las diversas instancias pero lamentablemente no pudo hacerse efectiva. Don José falleció como consecuencia de una cardiopatía isquémica, el 23 de Junio de 1944. Una muerte inesperada y sin duda una pérdida muy sentida por sus colegas dermatólogos venezolanos. Qué duda cabe que Sánchez Coviza iba en camino de logros muy significativos en una tierra que no era la suya, pero que lo acogió como hijo ilustre.
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Solanes Vilapreño, José
El Prof. Solanes llegó a Venezuela en 1949, después de haber permanecido unos años exiliado en Francia. Nació en el Pla de Santa María en la Provincia de Tarragona en el año 1909. Se graduó de médico en 1932 y logró su formación psiquiátrica bajo la tutela de Mira y López trabajando en el Instituto Pedro Mata de Reus (población cercana a la capital de provincia, la ciudad de Tarragona). En Francia trabajó como médico en el bando republicano y perfeccionó su formación con un grupo de destacados psiquiatras, con destacada influencia del especialista polaco nacionalizado francés Eugène Minkowski, fundador de la fenomenología psiquiátrica lo cual dio base a Solanes para su concepción del hombre como “ser fundacional”.
Fue contratado, como tantos otros, por el MSAS del gobierno venezolano, donde trabajó sin descanso en la entonces moderna colonia psiquiátrica de Bárbula (Estado Carabobo), en donde llegó a ser director hasta su jubilación en 1977. Dos años después fue llamado para ocupar la jefatura del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carabobo, convirtiéndose en un símbolo y referencia obligada de esa Universidad. Contó con numerosos discípulos y logró la implantación de variadas técnicas de atención psiquiatrita (incluida la terapia ocupacional). Patrocinó la creación de una Publicación Periódica (Nanacinder 1954-1961) en la cual se aceptaban contribuciones de todos aquellos que estuviesen dispuestos a colaborar, incluidos los pacientes. Una iniciativa que resultó decisiva para estimular la llamada introspección curativa y calificada como “una revista en el manicomio” por Carlos Yusti. No sólo impartió docencia desde la Cátedra de Psicología Médica de la Universidad de Carabobo desde 1967, sino que antes (1951-1963) lo había hecho en la Escuela de Enfermeras, encargándose de las clases de Psicología e Higiene Mental.
El Prof. Solanes alcanzó la presidencia de la Sociedad de Psiquiatría Venezolana y fue distinguido como Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Carabobo. Fue apreciado por sus dotes de humanista y cultivó disciplinas afines a la ética, a la literatura, al arte y la semiótica. El 1989 reingresó a la Real Academia de Medicina de Barcelona. Poco después falleció en la Ciudad de Valencia (Estado Carabobo, Venezuela).
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OTROS MÉDICOS EXILIADOS
Aranguren Sabas, Gonzalo (1904-1975). Ejerció la cirugía en el País Vasco y organizó los servicios médicos en el sur de Francia, hasta que el avance Alemán sobre ese país, lo hizo emigrar a Venezuela. Como había logrado la reválida de su título y era cirujano, fundo la Clínica Aranguren dedicada a la cirugía privada. Regreso a España en 1958.
Bilbao, Luis. Trabajó como laboratorista.
del Olmo Barrios, Francisco.
Díaz de Recarte. José María.
Díaz Vásquez, Ángel. Contribuyó en la determinación de la extensión de la enfermedad de Chagas a escala nacional y estableció el daño producido por ese padecimiento en la población rural.
Espín Rodrigo, José. Histólogo, murciano, reconvertido en parasicólogo. Trabajo en diferentes instituciones públicas. Publicó en la Revista de la Policlínica Caracas varios trabajos sobre Bilharziasis.
Fernandez Albedín, Alfredo
Gamboa Cuadrado, José. Responsable de la erradicación de la malaria en el Estado Miranda y quien dio a conocer que el Rhodnius prolixus tenía hábitats extradomésticos.
García Cubertoret, Humberto. Destacó por su actuación como médico rural en Tinaquillo, Estado Cojedes.
Goicochea, Luis. Ejerció la psiquiatría en Valencia y Maracay.
Gómez Alvarez, María (1914-1975). Es una de las pocas mujeres que ejercieron la medicina procedente del exilio republicano. Revalidó su título después de su llegada a Venezuela en 1958 y como consecuencia de un largo y difícil período en Francia junto a su padre. Trabajó en la Casa de Socorro de Maracaibo (Zulia) y falleció en esa misma ciudad.
Gómez Marcano, Antonio. Responsable del alto grado técnico que alcanzó la Escuela de Malareología y Saneamiento Ambiental en beneficio de estudiantes venezolanos y también del exterior.
Infante, Cesar. Se destacó como médico rural y lamentablemente falleció a temprana edad víctima de malaria.
Isern, Jaime (pendiente).
López Abadía, Luís. Oftalmólogo en Madrid y médico rural en el Estado Anzoátegui y en Río Orinoco.
López Gómez, Emilio. Ejerció la medicina en el momento de la Guerra Civil, se exilió primero en Francia (Los Pirineos) y luego se traslado a Venezuela desempeñándose en el ambiente rural como hicieron una buena parte de los exiliados españoles. Fue destinado al Estado Trujillo.
Llopis Recio, José María. Nacido en Madrid, fue profesor de Puericultura en la Escuela Nacional de Sanidad y médico de la Cruz Roja. Llegó a Venezuela en 1949 y desempeñó actividades diversas en el Ministerio de Sanidad, ocupándose principalmente de las unidades de educación sanitaria. Publicó numerosos trabajos en ese campo.
Mendicoa, Tomás. Ayudó con eficiencia probada a la interpretación de la epidemiología de la malaria en el occidente venezolano y fue responsable de la erradicación de esa enfermedad en varios municipios del Táchira.
Pardo Gayoso, José. Sanitarista compañero de ruta del Dr. Arnoldo Gabaldón en la
Universidad John Hopkins. Logró una significativa reducción de las tasas de mortalidad infantil en la Unidad Sanitaria de Trujillo.
Pingarón Hernández, Ángel
Surte Guasch, Jaime
Uya Besó, Federico
. Natural de Málaga fue medico militar en España antes de exiliarse en Venezuela. Tarbajó como médico rural.
Vicente Martín, Segundo. Fue director de Sanidad Exterior en España y en Venezuela asumió responsabilidades en educación sanitaria y en salud pública.
Zarranz Arteaga, Lorenzo. No ejerció como médico hasta 1946, ya que la guerra lo sorprendió en España con los estudios médicos por concluir. Ejerció en Trujillo y Puerto Cabello. Trabajó como neumonólogo en la zona de Valera-Maracaibo (en la petrolera Shell) y terminaría como anestesista en Caracas.
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OTROS MÉDICOS VASCOS
Entre los años 1938 y 1940 ingresaron en Venezuela un total de 29 médicos vascos. Posteriormente se logró identificar a otro grupo de 7 y luego fueron llegando uno que otro que se distribuyeron a lo largo de la geografía del país. Algunos de los hijos de esta emigración, estudiaron medicina y constituyen una nueva generación con raíces vascas (alrededor de treinta según estimaciones de J.M Bengoa). A los padres les tocó vivir en un país con carencias sustanciales propias de la marginalidad. Sin duda, con el correr de los años ha habido cambios, pero persisten en sectores mayoritarios de la población con problemas sociales y de salud pública que de alguna forma habrán de beneficiarse de la acción de esta generación de relevo.
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BIBLIOGRAFIA
- Bengoa J.M. Médicos vascos exiliados en Venezuela. Comunicación libre. Primera Reunión Internacional de Médicos Vascos. San Sebastián, España, 1982.
- Conmemoración del Centenari de la Naixença d’August Pi i Sunyer. Barcelona,1979.
“Diccionari dels catalans d’Amèrica. Contribució a un inventari biogràfic, toponímic i tamàtic”. Tres Vols. Generalitat de Catalunya, 1992.
- Garcia Camarero, E. La ciencia española en el exilio de 1939 (1978). En el “El exilio español de 1939”, Taurus Ediciones, Madrid, 1978. Vol. 5, pp. 189-243.
- Giral, F. El exilio de los cientificos españoles. En “Ciencia española en el exilio (1939-1989). Anthropos, Editorial del Hombre, 1994.
- Grases, P. Catalans a les Amèriques i altres escrits. Fundació Miquel Torres, Barcelona, 1990.
- Guerra, F. “La medicina en el exilio republicano. Madrid, Universidad de Alcalá de Henares, 2004.
- Pi Suñer, A. “Contacto con oriente” Terra Ferma. Patronat de Cultura del Centre Catala de Caracas. Caracas, 1980.
- Pi-Sunyer i Cuberta, N. “L’exili manllevat”. Editorial Proa, Barcelona, 2006.
- Terra Ferma. Patronat de Cultura del Centre Catala de Caracas. Augusto Pi Suñer. Caracas, 1974.
- Tinao Martín-Peña, J.F. Los médicos del exilio republicano en Venezuela. HAOL (Historia Actual Online), Num. 7, 2005, pp. 43-54