SENTARSE Y REFLEXIONAR (BARCELONA - 2005)
Realizar, o sea convertir en real un proyecto de vida constituye una tarea personal que en apariencia significa – si es positiva – un logro propio, cuando en realidad depende de una conjunción muy compleja y a la vez “mágica” de circunstancias fuera del control de cada cual.
En la madurez del ciclo vital de un ser humano, se hace aún más difícil encontrar el “punto dulce” de una decisión acertada, porque depende en buena medida de la manera en que repercute en lo personal, en el entorno familiar, en el trabajo – cuando se tiene la suerte de mantenerse activo – y, en general, en el papel que cada quien desempeña en la sociedad en que vive.
Nos encontramos en una etapa convulsa que no es nada fácil de entender por más que se hagan concesiones. El acontecer diario en el país en donde se reside y la inmediatez “brutal” de lo que ocurre fuera de las fronteras, inclusive en lugares remotos, incide muy desfavorablemente en cada individuo e impone una reflexión que cada día se percibe más inútil, ya que se tiene la convicción de que somos incapaces de cambiar las cosas para bien.
Los dirigentes políticos de acá y los de otros lugares también, dedican una considerable proporción de su “tiempo útil” en disputas pueriles y estériles, en vez de empeñarse en la solución de los problemas del colectivo que dirigen. Esta especie de crispación sostenida y creciente incide desfavorablemente en las relaciones interpersonales ya que casi obliga a “tomar partido” a favor o en contra de una determinada posición, sin dejar espacio para actitudes genuinamente reflexivas o de compromiso. Este ejercicio insensato de una profesión como la del político, que en teoría debería ser respetada por la colectividad, se ha convertido en una batalla campal llena de gestos despectivos, improperios, insultos y también mentiras. Podría concluirse que tal como vamos, vamos mal.
En medio de este panorama un tanto desolador, el acontecer vital sigue su marcha. Los que han tenido la suerte de tener una posición que cubre sus expectativas pueden ver todo esto con indiferencia o más bien como una de las tantas limitaciones que nos proporciona la vida. La economía se mantiene más o menos estable, la forma de vivir a la europea hasta ahora ha aguantado pero queda por ver hasta cuando, y en fin, volviendo de nuevo al planteamiento inicial...... realizar un proyecto de vida constituye una tarea personal cuya próxima etapa quiero desglosar en las páginas que siguen. Olvidaba decir que de momento, y mientras lo soporte, he decidido ingresar en un especie de “convento de clausura” en donde se considera muy poco recomendable hacer uso de los medios de comunicación de masas. De momento nada de periódico, ni revistas (con lo que me gusta The Economist), nada de noticias televisadas y me limito a escuchar sin demasiada atención, algún comentario aislado a través de la radio una vez silenciados los noticieros y anuncios, en especial estos últimos.
Como profesional liberal, hasta hace muy poco autónomo, disfruto del ejercicio de mi especialidad en el Instituto Universitario Dexeus en donde comenzó la última etapa de mi carrera en Mayo de 1990. He vivido en compañía de mi esposa Haydée y de mi hijo menor Pablo, también médico. en varios sitios de Barcelona y sus suburbios. Desde hace unos años mis otros dos hijos Pedro Ignacio y Andrés con sus respectivas familias se desplazaron desde Venezuela para radicarse cerca de nosotros en Sant Cugat del Valles. En su conjunto el balance ha sido positivo aún teniendo en cuenta las dificultades encontradas para lograr un modus vivendi estable. Desde hace unos meses mi segundo hijo Andrés se trasladó con su familia a Madrid en donde ha conseguido un trabajo más acorde con su formación y trayectoria profesional.
En un ensayo que de momento ha visto la luz en una versión preliminar, he desglosado los sitios en donde hemos tenido oportunidad de vivir. En “Habitat, techos y moradas” describo las viviendas que he compartido con mi familia y la forma en que ésta ha ido creciendo y madurando. Trata sobre las peculiaridades de una convivencia que incluye las relaciones con otras familias. Al mismo tiempo aprovecho para dar unas pinceladas relativas al entorno cercano. Constituye un testimonio muy personal, que enfatiza la diversidad de sitios en los cuales hemos tenido la oportunidad de compartir techo. Una experiencia enriquecedora que no ha concluido aún y que esperamos continúe siendo gratificante, siempre que se tomen decisiones atinadas.
Estamos en pleno verano de 2005. Yo ya he cumplido y celebrado mi septuagésimo primer aniversario y mi esposa Haydée ha recorrido un trayecto algo más corto que el mío y continúa cumpliendo con sus funciones de timonel con las limitaciones propias de esa tarea. Reconozco que no es nada fácil seguir mi ritmo, pero una vez más, hay motivos sobrados para poder valorar en su conjunto esta experiencia que hemos compartido durante más de 46 años como muy positiva.
Continuo vinculado al Servicio de Anatomía Patológica de la Dexeus que ha dejado de ser una Unidad Diagnóstica de mi propiedad al quedar integrada a la estructura administrativa de la Clínica y, de momento, con el mismo personal, los mismos equipos y los archivos de soporte de mi propiedad. Ahora todo está bajo la tutela de mi compañero de ruta durante la última década, el Dr. Francisco Tresserra. Mi condición de consultante asalariado, me permite un horario más flexible, aunque reconozco que no es nada fácil cambiar de ritmo. Percibo que aún puedo ser útil y que cada vez que se me brinda la oportunidad de participar en actividades docentes, en reuniones científicas y prestar colaboración al Dr. Tresserra en su afán de continuar publicando en revistas diversas, lo hago a plenitud y con satisfacción. Durante esta última etapa he iniciado colaboraciones vinculadas a mi especialidad con la Revista de la Sociedad Venezolana de Obstetricia y Ginecología con sede en Caracas. Todo esfuerzo para mantener el vinculo con mi querida Venezuela es particularmente gratificante.
Creo que lo que en propiedad toca a estas alturas, es una jubilación en el sentido integral del término. Hay que dar paso a las nuevas generaciones, pero en mi caso ha sido necesario adecuarlo a condiciones muy personales que no viene al caso detallar aquí. Hasta ahora me he referido a mi condición de ciudadano de la tercera edad cumpliendo con actividades profesionales a un ritmo menos trepidante, pero siempre atento y empeñado en ofrecer mi máxima colaboración.
¿Qué toca ahora hacer? ¿Cuáles son las alternativas? Me atrevo a decir que no son demasiadas. No hay que engañarse. Desde luego que en buena medida dependerá de la posibilidad de tomar decisiones razonadas, ponderar los pros y contras en cada caso, aunque como es natural, siempre se aspira a tomar el camino que permita cumplir unas expectativas.
En estos momentos todo gira en torno a lo que más convenga hacer con nuestra vivienda en Bellaterra. Ya veíamos mientras se construía esa casa ubicada en la Calle Margetat 11 de esa urbanización, que iba quedando espaciosa y muy bien acabada. En el momento de contemplar si era o no conveniente ajustar a la baja, prevaleció el criterio de darle un “valor añadido” si en un futuro tuviese que venderse. Esa no fue mi concepción inicial, pero me sometí, sin ofrecer demasiada resistencia, al criterio del equipo integrado por mi esposa Haydée, el arquitecto Miguel Batet y mi hijo mayor Pedro Ignacio, encargado, entre otras cosas, del control administrativo de la obra. Pensamos también, y es justo reconocerlo ahora, que la vivienda tal como terminó acabada, tendría las dimensiones ideales para acoger a toda la familia más próxima y a la vez nos permitiría alojar, como ha sido el caso, algún otro familiar o amigo. Estas premisas han servido para cubrir los máximos, pero en la práctica, las cosas no funcionan así. Resulta ineludible un mantenimiento costoso en varios renglones que excede las previsiones y no se justifica cuando en la vivienda solo estamos mi señora y yo. Resumiendo: la casa es deliciosa pero nos ha quedado grande. Hay que aceptarlo y a fin de cuentas no es nada nuevo. Nos lo advirtieron algunos conocidos y amigos residentes en “Las Lunas• de Sant Cugat del Valles, de edad algo más avanzada que la nuestra aunque con un patrimonio mucho más holgado. Recordar que allí tuvimos el privilegio de residir mientras construían la vivienda nombrada.
La decisión de vender la casa y cambiar de rumbo está tomada. Toca ahora lograr un consenso sobre lo que es más conveniente para todos. Quisiera aprovechar este escrito para considerar en primer lugar exponiendo lo que yo haría si estuviese solo, o dicho de otra manera, su tuviese la fuerza persuasiva para convencer a los demás y se nos permitiese a mi mujer y a mi probar durante un tiempo.
Alternativa utópica: Desde hace muchos años vengo insistiendo de que una de mis grandes ilusiones en esta vida sería poderme construir una vivienda de madera con mis propias manos sin renunciar a la ayuda que fuese necesaria para mitigar mi ignorancia y falta de experiencia en la materia. Vislumbro la realización de este sueño en medio de una parcela de terreno bien protegida (cercada y con la posibilidad de construir por encima del nivel del suelo) y de preferencia a la orilla del mar. Tendría que ser forzosamente en un lugar con buena sombra y por tanto ya arbolada y de preferencia con palmeras de especies diversas, acacias y un gigantesco bambú. Pienso que sembrar ahora para esperar que crezcan los árboles luce extemporáneo y a la vez estoy consciente de la dificultad de encontrar un lugar con la vegetación propuesta. Un proyecto de esa índole me permitiría acondicionar un jardín al estilo oriental (japonés) modificado en función de la disponibilidad de arbustos y plantas pequeñas que estén adaptadas al microclima del sitio elegido. Si se me permitiese decidir sobre su ubicación tomando en cuenta los lugares que ya he visitado, me decidiría por algún punto de la costa caribeña de Venezuela.
¿Es que nuestro amigo Grases se ha convertido en ermitaño? De ninguna manera. No aspiro a vivir en soledad y sin trato con los demás. Todo lo contrario. Lo que quisiera es tener lo mínimo indispensable para vivir confortablemente, con facilidades para leer sin apremio y disponiendo de un equipo reproductor de música. Estoy seguro que podría prescindir tanto de la televisión como de un ordenador personal a no ser que resultase indispensable disponer de correo electrónico.
Una vez completada la vivienda tocaría buscar la forma de que alguien de confianza y absolutamente fiel, se encargara de cuidarla durante el tiempo que mi esposa y yo estuviésemos fuera de ella (visitando familiares y amigos o viajando). Luego volveré sobre este punto en concreto.
¿Cuales son las objeciones primordiales a un proyecto de esta naturaleza? La primera: que hacemos con el resto de nuestra familia que esta instalada en España. De momento no disponemos de una salida sensata y por lo tanto constituye una objeción de mucho peso. Hay motivos legítimos para predecir que la privación va a ser mutua; además, nosotros tendremos la sensación de que le “hemos fallado” a nuestros hijos y nietos. En cierta medida cabría percibirlo como un abandono en buena regla..
¿Qué riesgos conlleva un cambio brusco del ritmo de vida, para colmo de males, en un lugar inseguro? Cambiar de ritmo, aunque fuese temporalmente, podría ser una experiencia interesante aunque no libre de riesgos. ¿Dónde queda ese tan necesario ambiente académico, los museos, las salas de concierto, los parques, en fin todo aquello que constituye el paradigma del mundo desarrollado? Pues muy probablemente en el mismo sitio. Será por lo tanto cuestión de desplazarse cuando podamos y disfrutarlo a plenitud. ¿Y si el no haber tenido en cuenta los riesgos de robo, asalto o secuestro, para citar algunos, lleva a una situación de peligro como consecuencia de esa actitud temeraria? Pues es cierto, cuesta afrontarlo. ¿Qué ocurriría el día que necesitemos atención médica y no la encontremos oportunamente o en el mejor de los casos, lleguemos a tiempo pero no sea de la calidad esperada? Otra limitación que es importante.
Quiere decir que esta primera alternativa que de entrada he aceptado como utópica, lo es por tratarse de un proyecto bueno, inclusive exótico, pero irrealizable. La pretendida tranquilidad de vivir a la orilla del mar, con sol y sombra, aire puro, alejados del mundanal ruido y con tiempo libre para leer, escribir o escuchar música, no es nada fácil de lograr. ¿Qué pasaría si quien escribe estas líneas, que presume de haber vivido a “toda vela” de repende le faltan cosas por hacer y comienza a aburrirse? Es materia imprevisible, pero insisto, cuando resultase deseable acudiríamos al encuentro de familiares y amigos. No olvidar que mi madre aún vive en la residencia familiar de la Castellana en Caracas y sentirme cercano a ella puede para mi ser importante en esta etapa de mi ciclo vital. De alguna manera organizaríamos visitas a diferentes lugares. Para esto último, puede hacerse uso de planes de turismo interno supervisado y en grupos. También existiría la posibilidad - por que no - de visitar otros países (incluida por supuesto España), en la medida de que dispongamos de un fondo bien administrado para cubrir los gastos. Hoy en día hay muchas maneras de viajar y que duda cabe que si se planifica con antelación, pueden lograrse tarifas muy atractivas para desplazarse y alojarse en el lugar de destino. Quiero mencionar aquí, aunque sea de una forma tangencial, que esta alternativa utópica podría tener además un margen a nuestro favor en virtud un beneficio cambiario. El Euro es una moneda fuerte que permitiría resistir los embates de un incremento en el costo de la vida en Venezuela. No digo más nada, por ahora.
Alternativa convencional: vendemos la casa de Bellaterra y compramos otra vivienda en un lugar cercano. Quizás Sant Cugat sea la ubicación más idónea por las siguientes razones: Si todavía continuo por un tiempo ejerciendo en la Dexeus, gano en proximidad. En Sant Cugat vive uno de mis hijos y aunque el otro que reside en Cataluña vive en el centro de Barcelona; el traslado en coche o en tren permite mantenernos en contacto. ¿Otra casa o un piso? Que duda cabe que la revalorización de las viviendas unifamiliares en Sant Cugat o en Barcelona ciudad, no permiten ni pensarlo. En cambio pisos si se encuentran con un precio de compra que varía en función de la ubicación, tiempo de construcción del inmueble, superficie habitable y otras dependencias como plazas de estacionamiento, trastero, tipo de jardín, si hay o no hay piscina y en consecuencia, el monto de las cuotas de condominio. Mi esposa en estos momentos esta realizando visitas frecuentes para tener una visión de conjunto de cómo está el mercado inmobiliario. Se le ve muy motivada y después de haber valorado propuestas en la comarca del Valles Occidental y aledaños (lo cual nos llevo hasta las cercanías de la ciudad de Vic), un piso ubicado en Barcelona ciudad esta cobrando mucha fuerza.
Esta solución es quizás la más sensata y cumple con otra ventaja. Nuestros muebles y otros enseres podrían al menos en parte utilizarse para poner en marcha esta nueva vivienda. Eso preocupa más a mi esposa que a mí y es natural que así sea; las mujeres como amas de casa, valoran estas cosas de una forma diferente. Como queda claro, la alternativa es viable y en modo alguno despreciable.
Alternativa de cara a nuestro futuro: cuando hablamos de estos temas me pregunto ¿Por qué no comprar algo en Las Lunas Club & Casa?. Nuestra permanencia en esa residencia está descrita en “Habitat, techos y moradas”. No quiero repetirme. Simplemente hacer énfasis en la calidad humana de sus gentes. Tanto el personal de gerencia, de la recepción, enfermería y mantenimiento, como en su conjunto los residentes del complejo nos trataron con un afecto excepcional. Hemos mantenido una relación continuada atendiendo invitaciones para compartir mesa, cuando hay celebraciones o conciertos. Como resultado de todo ello Las Lunas deben incluirse como una alternativa atractiva. En Barcelona hay muy pocas residencias comparables. El jardín, incluida el área en donde esta ubicada la piscina, las sala de estar, la sala de lectura y de juego, al igual que los locales destinados a enfermería y gimnasio son regios. El local del restaurante es espléndido y está bien atendido. Hay además un sitio reservado para atender a invitados especiales. Las facilidades para parking y los trasteros son adecuadas. El complejo esta a escasos 100 metros de un supermercado y las comunicaciones se facilitan con un servicio de transporte que te lleva hasta la estación del tren de Sant Cugat. A la hora de que haga falta atención médica, puede conseguirse más rápidamente que en ningún otro sitio y cuenta con enfermeras entrenadas. Ha surgido algo que habíamos subestimado: el monto de la cuota de mantenimiento. Es natural que sea elevado, pero cuesta asumirlo si se cumplen nuestros deseos de estar ausentes durante largas temporadas.
Alternativa de transición expectante: ¿Qué necesidad hay de tomar una decisión inmediatamente después de vender nuestra casa? ¿No sería acaso preferible abrir un compás de espera y decidir de una vez la jubilación para comprar tiempo? Quedaría entonces por decidir en que sitio, durante cuanto tiempo y en que tipo de techo. ¿No es acaso una manera de diferir la decisión sobre el destino final durante esta etapa de nuestras vidas? La verdad es que estamos creando una incertidumbre innecesaria. Personalmente creo que bien valdría la pena abrir un paréntesis, y de momento, lo que haría falta sería resolver que hacer con todas nuestros muebles, con los libros y en fin con todo aquello que se encuentra actualmente en nuestra vivienda de Bellaterra. Esta claro, hay que desembarazarse de lo que no haga falta y almacenar el resto.
Sirva lo que expongo a continuación como modelo de visita a otras regiones del país. En el futuro podríamos disponer de más tiempo y comenzar probando en aquellos sitios en donde tengamos contactos personales cercanos.
Hace apenas unos días hicimos una corta incursión a Cantabria en plan más o menos distendido y hemos vuelto a Barcelona encantados con la experiencia vivida. El paisaje es realmente muy bello y diverso. Aunque no hicimos el periplo en las mejores condiciones climáticas - las precipitaciones pluviales en estos últimos meses no han sido demasiado generosas - los bosques, praderas y valles siguen siendo verdes. No es un verde tierno ni “húmedo” pero que duda cabe que Cantabria debe ser una región del país en donde hay explotaciones madereras ya que ven bosques enteros con árboles recién puestos allí por la mano del hombre. Hemos encontrado poca agua en los ríos, es cierto, pero aún se encuentran con una naturaleza exuberante y frondosa a lo largo de las carreteras secundarias de esa región. El desfiladero de Hermida, para llegar a Potes y al Parador de Fuente De, es precioso y como habría de ponderarse el espectáculo de la cordillera cántabra y de los picos de Europa vistos desde lo alto de la región de Liébana en un caserío llamado Cahecho. Allí conocimos a Gregorio (Goyo) el dueño de la Posada Casa LaMadrid. Que paraje para ser armónico, que bellas casas con la combinación de piedra y madera, y a su vez la alegría de las flores que se ven llenas de vigor con una espléndida combinación de tonalidades rojizas, fucsia, blanco y amarillo. Ese sitio en concreto, es de una pulcritud impecable y el aire de una pureza fortificante. Esa gente, acostumbrada a vivir de una forma sencilla, debe tener sus problemas como cualquier ser humano, pero en apariencia ofrecen su cara amable y risueña de una forma convincente.
Hay valles rodeados de colinas ondulantes en buena parte cultivadas. En los poblados o caseríos hay cierta armonía que viene dada por el tipo de vivienda propia de casi toda la cornisa cantábrica, quiero decir incluido el País Vasco, Asturias y Galicia. Viviendas sólidas construidas con paredes gruesas de piedra con muros mixtos de mampostería caliza y piedra de arenisca finamente labrada. Muchas de esas casas tienen áticos en forma de gran buhardilla. Casi siempre se aprecian tejas de arcilla y en ocasiones se distinguen espléndidos balcones de madera. Las “mansiones” de los indianos, tienen jardines cercados, arbolados y con un césped que corta la respiración.
La arquitectura tradicional del campo de Cantabria es una delicia. Casas de planta rectangular con cubierta a dos aguas y caballete paralelo a la fachada, orientada en función de los puntos cardinales. El balcón, generalmente cubierto por un alero prolongado, se apoya en poderosos cortafuegos de sillería. Este espacio adicional se utiliza para quehaceres hogareños. Hay también balconadas convertidas en galerías acristaladas y construcciones con balcones volados apoyados o no sobre machones laterales. La diversidad es muy grande y especialmente atractiva.
Es la tercera vez que visito la ciudad de Santander, merecidamente calificada como “la perla del Cantábrico”. Abierta al mar, la zona más atractiva tiene una disposición lineal a lo largo de la costa y se distingue por los edificios monumentales (en particular la catedral), por las residencias privadas de ensueño, por las plazas y en especial por su paseo arbolado y por la exquisitez de sus jardines. La policromía y abundancia de flores, aunado a su impecable estado de conservación, contribuyen a la elegancia y toque aristocrático de esa parte de la ciudad. Mención aparte, el esplendor de un día soleado con las playas pletóricas de bañistas disfrutando de una arena que impresiona por su limpieza. Otra cosa es la temperatura más bien fría del mar cantábrico.... tampoco se puede tenerlo todo. El Palacio de Festivales y el de la Magdalena son centros culturales y de enseñanza de renombre internacional. Para el visitante temporal causa una genuina envidia porque lo que allí se programa esta reservado con muchísima anticipación. En síntesis, este nueva oportunidad de disfrutar de Santander, aunque haya sido fugaz, bien vale por si sola la escapada que hemos realizado.
El Parador de Limpias se encuentra rodeado de varias hectáreas de bosque. La edificación central es el “Palacio de Eguilior” construido a principios del siglo XIX y recientemente restaurado. Allí se celebraban los Consejos de Ministros en la época de Alfonso XIII y fue propiedad del Ministro de Hacienda de esa época. Limpias en el siglo XVI tuvo una actividad portuaria importante. Es la primera población que se encuentra remontando el rió Ansón y de allí se llego a exportar gran cantidad de fruta a Inglaterra y Flandes. Más adelante era por donde salía el trigo de Castilla hacia América.
Sería demasiado largo detallar las visitas a San Vicente de la Barquera, Laredo, Colindres o Castro Urdiales. También nos acercamos una vez más a Bermeo, en donde nos encontramos con una merma importante de embarcaciones debido a veda para la pesca de anchoa.
Conclusiones provisionales: Ilusión no falta. Tengo la percepción de que estamos en buen camino y que puede augurarse una etapa interesante. Continuaremos disfrutando de nuestra actual residencia hasta que sea posible, y a la hora de cambiar de rumbo, habrá que afinar los sentidos para actuar con sensatez. Recuerdo ahora que en párrafos anteriores hacia mención expresa de asuntos cuya explicación ofrecía para más adelante. Este es el momento de solicitar que se acepte un aplazamiento, ya que quedan cosas por clarificar. En esta materia hemos dado muchos tumbos hasta que hemos logrado afinar los sentimientos y las posiciones de cada cual. Yo puedo decir algo que a los pocos días me doy cuenta que debía rectificar en bien de todos (recuerdo mi delirio con la vivienda que vi en Cascáis – Portugal). Nuestros hijos contribuyen también a modular las decisiones y no haremos nada que a estas alturas pueda tomarse como una deslealtad. Con el transcurrir del tiempo sabremos si hemos escogido el camino acertado.
Realizar, o sea convertir en real un proyecto de vida constituye una tarea personal que en apariencia significa – si es positiva – un logro propio, cuando en realidad depende de una conjunción muy compleja y a la vez “mágica” de circunstancias fuera del control de cada cual.
En la madurez del ciclo vital de un ser humano, se hace aún más difícil encontrar el “punto dulce” de una decisión acertada, porque depende en buena medida de la manera en que repercute en lo personal, en el entorno familiar, en el trabajo – cuando se tiene la suerte de mantenerse activo – y, en general, en el papel que cada quien desempeña en la sociedad en que vive.
Nos encontramos en una etapa convulsa que no es nada fácil de entender por más que se hagan concesiones. El acontecer diario en el país en donde se reside y la inmediatez “brutal” de lo que ocurre fuera de las fronteras, inclusive en lugares remotos, incide muy desfavorablemente en cada individuo e impone una reflexión que cada día se percibe más inútil, ya que se tiene la convicción de que somos incapaces de cambiar las cosas para bien.
Los dirigentes políticos de acá y los de otros lugares también, dedican una considerable proporción de su “tiempo útil” en disputas pueriles y estériles, en vez de empeñarse en la solución de los problemas del colectivo que dirigen. Esta especie de crispación sostenida y creciente incide desfavorablemente en las relaciones interpersonales ya que casi obliga a “tomar partido” a favor o en contra de una determinada posición, sin dejar espacio para actitudes genuinamente reflexivas o de compromiso. Este ejercicio insensato de una profesión como la del político, que en teoría debería ser respetada por la colectividad, se ha convertido en una batalla campal llena de gestos despectivos, improperios, insultos y también mentiras. Podría concluirse que tal como vamos, vamos mal.
En medio de este panorama un tanto desolador, el acontecer vital sigue su marcha. Los que han tenido la suerte de tener una posición que cubre sus expectativas pueden ver todo esto con indiferencia o más bien como una de las tantas limitaciones que nos proporciona la vida. La economía se mantiene más o menos estable, la forma de vivir a la europea hasta ahora ha aguantado pero queda por ver hasta cuando, y en fin, volviendo de nuevo al planteamiento inicial...... realizar un proyecto de vida constituye una tarea personal cuya próxima etapa quiero desglosar en las páginas que siguen. Olvidaba decir que de momento, y mientras lo soporte, he decidido ingresar en un especie de “convento de clausura” en donde se considera muy poco recomendable hacer uso de los medios de comunicación de masas. De momento nada de periódico, ni revistas (con lo que me gusta The Economist), nada de noticias televisadas y me limito a escuchar sin demasiada atención, algún comentario aislado a través de la radio una vez silenciados los noticieros y anuncios, en especial estos últimos.
Como profesional liberal, hasta hace muy poco autónomo, disfruto del ejercicio de mi especialidad en el Instituto Universitario Dexeus en donde comenzó la última etapa de mi carrera en Mayo de 1990. He vivido en compañía de mi esposa Haydée y de mi hijo menor Pablo, también médico. en varios sitios de Barcelona y sus suburbios. Desde hace unos años mis otros dos hijos Pedro Ignacio y Andrés con sus respectivas familias se desplazaron desde Venezuela para radicarse cerca de nosotros en Sant Cugat del Valles. En su conjunto el balance ha sido positivo aún teniendo en cuenta las dificultades encontradas para lograr un modus vivendi estable. Desde hace unos meses mi segundo hijo Andrés se trasladó con su familia a Madrid en donde ha conseguido un trabajo más acorde con su formación y trayectoria profesional.
En un ensayo que de momento ha visto la luz en una versión preliminar, he desglosado los sitios en donde hemos tenido oportunidad de vivir. En “Habitat, techos y moradas” describo las viviendas que he compartido con mi familia y la forma en que ésta ha ido creciendo y madurando. Trata sobre las peculiaridades de una convivencia que incluye las relaciones con otras familias. Al mismo tiempo aprovecho para dar unas pinceladas relativas al entorno cercano. Constituye un testimonio muy personal, que enfatiza la diversidad de sitios en los cuales hemos tenido la oportunidad de compartir techo. Una experiencia enriquecedora que no ha concluido aún y que esperamos continúe siendo gratificante, siempre que se tomen decisiones atinadas.
Estamos en pleno verano de 2005. Yo ya he cumplido y celebrado mi septuagésimo primer aniversario y mi esposa Haydée ha recorrido un trayecto algo más corto que el mío y continúa cumpliendo con sus funciones de timonel con las limitaciones propias de esa tarea. Reconozco que no es nada fácil seguir mi ritmo, pero una vez más, hay motivos sobrados para poder valorar en su conjunto esta experiencia que hemos compartido durante más de 46 años como muy positiva.
Continuo vinculado al Servicio de Anatomía Patológica de la Dexeus que ha dejado de ser una Unidad Diagnóstica de mi propiedad al quedar integrada a la estructura administrativa de la Clínica y, de momento, con el mismo personal, los mismos equipos y los archivos de soporte de mi propiedad. Ahora todo está bajo la tutela de mi compañero de ruta durante la última década, el Dr. Francisco Tresserra. Mi condición de consultante asalariado, me permite un horario más flexible, aunque reconozco que no es nada fácil cambiar de ritmo. Percibo que aún puedo ser útil y que cada vez que se me brinda la oportunidad de participar en actividades docentes, en reuniones científicas y prestar colaboración al Dr. Tresserra en su afán de continuar publicando en revistas diversas, lo hago a plenitud y con satisfacción. Durante esta última etapa he iniciado colaboraciones vinculadas a mi especialidad con la Revista de la Sociedad Venezolana de Obstetricia y Ginecología con sede en Caracas. Todo esfuerzo para mantener el vinculo con mi querida Venezuela es particularmente gratificante.
Creo que lo que en propiedad toca a estas alturas, es una jubilación en el sentido integral del término. Hay que dar paso a las nuevas generaciones, pero en mi caso ha sido necesario adecuarlo a condiciones muy personales que no viene al caso detallar aquí. Hasta ahora me he referido a mi condición de ciudadano de la tercera edad cumpliendo con actividades profesionales a un ritmo menos trepidante, pero siempre atento y empeñado en ofrecer mi máxima colaboración.
¿Qué toca ahora hacer? ¿Cuáles son las alternativas? Me atrevo a decir que no son demasiadas. No hay que engañarse. Desde luego que en buena medida dependerá de la posibilidad de tomar decisiones razonadas, ponderar los pros y contras en cada caso, aunque como es natural, siempre se aspira a tomar el camino que permita cumplir unas expectativas.
En estos momentos todo gira en torno a lo que más convenga hacer con nuestra vivienda en Bellaterra. Ya veíamos mientras se construía esa casa ubicada en la Calle Margetat 11 de esa urbanización, que iba quedando espaciosa y muy bien acabada. En el momento de contemplar si era o no conveniente ajustar a la baja, prevaleció el criterio de darle un “valor añadido” si en un futuro tuviese que venderse. Esa no fue mi concepción inicial, pero me sometí, sin ofrecer demasiada resistencia, al criterio del equipo integrado por mi esposa Haydée, el arquitecto Miguel Batet y mi hijo mayor Pedro Ignacio, encargado, entre otras cosas, del control administrativo de la obra. Pensamos también, y es justo reconocerlo ahora, que la vivienda tal como terminó acabada, tendría las dimensiones ideales para acoger a toda la familia más próxima y a la vez nos permitiría alojar, como ha sido el caso, algún otro familiar o amigo. Estas premisas han servido para cubrir los máximos, pero en la práctica, las cosas no funcionan así. Resulta ineludible un mantenimiento costoso en varios renglones que excede las previsiones y no se justifica cuando en la vivienda solo estamos mi señora y yo. Resumiendo: la casa es deliciosa pero nos ha quedado grande. Hay que aceptarlo y a fin de cuentas no es nada nuevo. Nos lo advirtieron algunos conocidos y amigos residentes en “Las Lunas• de Sant Cugat del Valles, de edad algo más avanzada que la nuestra aunque con un patrimonio mucho más holgado. Recordar que allí tuvimos el privilegio de residir mientras construían la vivienda nombrada.
La decisión de vender la casa y cambiar de rumbo está tomada. Toca ahora lograr un consenso sobre lo que es más conveniente para todos. Quisiera aprovechar este escrito para considerar en primer lugar exponiendo lo que yo haría si estuviese solo, o dicho de otra manera, su tuviese la fuerza persuasiva para convencer a los demás y se nos permitiese a mi mujer y a mi probar durante un tiempo.
Alternativa utópica: Desde hace muchos años vengo insistiendo de que una de mis grandes ilusiones en esta vida sería poderme construir una vivienda de madera con mis propias manos sin renunciar a la ayuda que fuese necesaria para mitigar mi ignorancia y falta de experiencia en la materia. Vislumbro la realización de este sueño en medio de una parcela de terreno bien protegida (cercada y con la posibilidad de construir por encima del nivel del suelo) y de preferencia a la orilla del mar. Tendría que ser forzosamente en un lugar con buena sombra y por tanto ya arbolada y de preferencia con palmeras de especies diversas, acacias y un gigantesco bambú. Pienso que sembrar ahora para esperar que crezcan los árboles luce extemporáneo y a la vez estoy consciente de la dificultad de encontrar un lugar con la vegetación propuesta. Un proyecto de esa índole me permitiría acondicionar un jardín al estilo oriental (japonés) modificado en función de la disponibilidad de arbustos y plantas pequeñas que estén adaptadas al microclima del sitio elegido. Si se me permitiese decidir sobre su ubicación tomando en cuenta los lugares que ya he visitado, me decidiría por algún punto de la costa caribeña de Venezuela.
¿Es que nuestro amigo Grases se ha convertido en ermitaño? De ninguna manera. No aspiro a vivir en soledad y sin trato con los demás. Todo lo contrario. Lo que quisiera es tener lo mínimo indispensable para vivir confortablemente, con facilidades para leer sin apremio y disponiendo de un equipo reproductor de música. Estoy seguro que podría prescindir tanto de la televisión como de un ordenador personal a no ser que resultase indispensable disponer de correo electrónico.
Una vez completada la vivienda tocaría buscar la forma de que alguien de confianza y absolutamente fiel, se encargara de cuidarla durante el tiempo que mi esposa y yo estuviésemos fuera de ella (visitando familiares y amigos o viajando). Luego volveré sobre este punto en concreto.
¿Cuales son las objeciones primordiales a un proyecto de esta naturaleza? La primera: que hacemos con el resto de nuestra familia que esta instalada en España. De momento no disponemos de una salida sensata y por lo tanto constituye una objeción de mucho peso. Hay motivos legítimos para predecir que la privación va a ser mutua; además, nosotros tendremos la sensación de que le “hemos fallado” a nuestros hijos y nietos. En cierta medida cabría percibirlo como un abandono en buena regla..
¿Qué riesgos conlleva un cambio brusco del ritmo de vida, para colmo de males, en un lugar inseguro? Cambiar de ritmo, aunque fuese temporalmente, podría ser una experiencia interesante aunque no libre de riesgos. ¿Dónde queda ese tan necesario ambiente académico, los museos, las salas de concierto, los parques, en fin todo aquello que constituye el paradigma del mundo desarrollado? Pues muy probablemente en el mismo sitio. Será por lo tanto cuestión de desplazarse cuando podamos y disfrutarlo a plenitud. ¿Y si el no haber tenido en cuenta los riesgos de robo, asalto o secuestro, para citar algunos, lleva a una situación de peligro como consecuencia de esa actitud temeraria? Pues es cierto, cuesta afrontarlo. ¿Qué ocurriría el día que necesitemos atención médica y no la encontremos oportunamente o en el mejor de los casos, lleguemos a tiempo pero no sea de la calidad esperada? Otra limitación que es importante.
Quiere decir que esta primera alternativa que de entrada he aceptado como utópica, lo es por tratarse de un proyecto bueno, inclusive exótico, pero irrealizable. La pretendida tranquilidad de vivir a la orilla del mar, con sol y sombra, aire puro, alejados del mundanal ruido y con tiempo libre para leer, escribir o escuchar música, no es nada fácil de lograr. ¿Qué pasaría si quien escribe estas líneas, que presume de haber vivido a “toda vela” de repende le faltan cosas por hacer y comienza a aburrirse? Es materia imprevisible, pero insisto, cuando resultase deseable acudiríamos al encuentro de familiares y amigos. No olvidar que mi madre aún vive en la residencia familiar de la Castellana en Caracas y sentirme cercano a ella puede para mi ser importante en esta etapa de mi ciclo vital. De alguna manera organizaríamos visitas a diferentes lugares. Para esto último, puede hacerse uso de planes de turismo interno supervisado y en grupos. También existiría la posibilidad - por que no - de visitar otros países (incluida por supuesto España), en la medida de que dispongamos de un fondo bien administrado para cubrir los gastos. Hoy en día hay muchas maneras de viajar y que duda cabe que si se planifica con antelación, pueden lograrse tarifas muy atractivas para desplazarse y alojarse en el lugar de destino. Quiero mencionar aquí, aunque sea de una forma tangencial, que esta alternativa utópica podría tener además un margen a nuestro favor en virtud un beneficio cambiario. El Euro es una moneda fuerte que permitiría resistir los embates de un incremento en el costo de la vida en Venezuela. No digo más nada, por ahora.
Alternativa convencional: vendemos la casa de Bellaterra y compramos otra vivienda en un lugar cercano. Quizás Sant Cugat sea la ubicación más idónea por las siguientes razones: Si todavía continuo por un tiempo ejerciendo en la Dexeus, gano en proximidad. En Sant Cugat vive uno de mis hijos y aunque el otro que reside en Cataluña vive en el centro de Barcelona; el traslado en coche o en tren permite mantenernos en contacto. ¿Otra casa o un piso? Que duda cabe que la revalorización de las viviendas unifamiliares en Sant Cugat o en Barcelona ciudad, no permiten ni pensarlo. En cambio pisos si se encuentran con un precio de compra que varía en función de la ubicación, tiempo de construcción del inmueble, superficie habitable y otras dependencias como plazas de estacionamiento, trastero, tipo de jardín, si hay o no hay piscina y en consecuencia, el monto de las cuotas de condominio. Mi esposa en estos momentos esta realizando visitas frecuentes para tener una visión de conjunto de cómo está el mercado inmobiliario. Se le ve muy motivada y después de haber valorado propuestas en la comarca del Valles Occidental y aledaños (lo cual nos llevo hasta las cercanías de la ciudad de Vic), un piso ubicado en Barcelona ciudad esta cobrando mucha fuerza.
Esta solución es quizás la más sensata y cumple con otra ventaja. Nuestros muebles y otros enseres podrían al menos en parte utilizarse para poner en marcha esta nueva vivienda. Eso preocupa más a mi esposa que a mí y es natural que así sea; las mujeres como amas de casa, valoran estas cosas de una forma diferente. Como queda claro, la alternativa es viable y en modo alguno despreciable.
Alternativa de cara a nuestro futuro: cuando hablamos de estos temas me pregunto ¿Por qué no comprar algo en Las Lunas Club & Casa?. Nuestra permanencia en esa residencia está descrita en “Habitat, techos y moradas”. No quiero repetirme. Simplemente hacer énfasis en la calidad humana de sus gentes. Tanto el personal de gerencia, de la recepción, enfermería y mantenimiento, como en su conjunto los residentes del complejo nos trataron con un afecto excepcional. Hemos mantenido una relación continuada atendiendo invitaciones para compartir mesa, cuando hay celebraciones o conciertos. Como resultado de todo ello Las Lunas deben incluirse como una alternativa atractiva. En Barcelona hay muy pocas residencias comparables. El jardín, incluida el área en donde esta ubicada la piscina, las sala de estar, la sala de lectura y de juego, al igual que los locales destinados a enfermería y gimnasio son regios. El local del restaurante es espléndido y está bien atendido. Hay además un sitio reservado para atender a invitados especiales. Las facilidades para parking y los trasteros son adecuadas. El complejo esta a escasos 100 metros de un supermercado y las comunicaciones se facilitan con un servicio de transporte que te lleva hasta la estación del tren de Sant Cugat. A la hora de que haga falta atención médica, puede conseguirse más rápidamente que en ningún otro sitio y cuenta con enfermeras entrenadas. Ha surgido algo que habíamos subestimado: el monto de la cuota de mantenimiento. Es natural que sea elevado, pero cuesta asumirlo si se cumplen nuestros deseos de estar ausentes durante largas temporadas.
Alternativa de transición expectante: ¿Qué necesidad hay de tomar una decisión inmediatamente después de vender nuestra casa? ¿No sería acaso preferible abrir un compás de espera y decidir de una vez la jubilación para comprar tiempo? Quedaría entonces por decidir en que sitio, durante cuanto tiempo y en que tipo de techo. ¿No es acaso una manera de diferir la decisión sobre el destino final durante esta etapa de nuestras vidas? La verdad es que estamos creando una incertidumbre innecesaria. Personalmente creo que bien valdría la pena abrir un paréntesis, y de momento, lo que haría falta sería resolver que hacer con todas nuestros muebles, con los libros y en fin con todo aquello que se encuentra actualmente en nuestra vivienda de Bellaterra. Esta claro, hay que desembarazarse de lo que no haga falta y almacenar el resto.
Sirva lo que expongo a continuación como modelo de visita a otras regiones del país. En el futuro podríamos disponer de más tiempo y comenzar probando en aquellos sitios en donde tengamos contactos personales cercanos.
Hace apenas unos días hicimos una corta incursión a Cantabria en plan más o menos distendido y hemos vuelto a Barcelona encantados con la experiencia vivida. El paisaje es realmente muy bello y diverso. Aunque no hicimos el periplo en las mejores condiciones climáticas - las precipitaciones pluviales en estos últimos meses no han sido demasiado generosas - los bosques, praderas y valles siguen siendo verdes. No es un verde tierno ni “húmedo” pero que duda cabe que Cantabria debe ser una región del país en donde hay explotaciones madereras ya que ven bosques enteros con árboles recién puestos allí por la mano del hombre. Hemos encontrado poca agua en los ríos, es cierto, pero aún se encuentran con una naturaleza exuberante y frondosa a lo largo de las carreteras secundarias de esa región. El desfiladero de Hermida, para llegar a Potes y al Parador de Fuente De, es precioso y como habría de ponderarse el espectáculo de la cordillera cántabra y de los picos de Europa vistos desde lo alto de la región de Liébana en un caserío llamado Cahecho. Allí conocimos a Gregorio (Goyo) el dueño de la Posada Casa LaMadrid. Que paraje para ser armónico, que bellas casas con la combinación de piedra y madera, y a su vez la alegría de las flores que se ven llenas de vigor con una espléndida combinación de tonalidades rojizas, fucsia, blanco y amarillo. Ese sitio en concreto, es de una pulcritud impecable y el aire de una pureza fortificante. Esa gente, acostumbrada a vivir de una forma sencilla, debe tener sus problemas como cualquier ser humano, pero en apariencia ofrecen su cara amable y risueña de una forma convincente.
Hay valles rodeados de colinas ondulantes en buena parte cultivadas. En los poblados o caseríos hay cierta armonía que viene dada por el tipo de vivienda propia de casi toda la cornisa cantábrica, quiero decir incluido el País Vasco, Asturias y Galicia. Viviendas sólidas construidas con paredes gruesas de piedra con muros mixtos de mampostería caliza y piedra de arenisca finamente labrada. Muchas de esas casas tienen áticos en forma de gran buhardilla. Casi siempre se aprecian tejas de arcilla y en ocasiones se distinguen espléndidos balcones de madera. Las “mansiones” de los indianos, tienen jardines cercados, arbolados y con un césped que corta la respiración.
La arquitectura tradicional del campo de Cantabria es una delicia. Casas de planta rectangular con cubierta a dos aguas y caballete paralelo a la fachada, orientada en función de los puntos cardinales. El balcón, generalmente cubierto por un alero prolongado, se apoya en poderosos cortafuegos de sillería. Este espacio adicional se utiliza para quehaceres hogareños. Hay también balconadas convertidas en galerías acristaladas y construcciones con balcones volados apoyados o no sobre machones laterales. La diversidad es muy grande y especialmente atractiva.
Es la tercera vez que visito la ciudad de Santander, merecidamente calificada como “la perla del Cantábrico”. Abierta al mar, la zona más atractiva tiene una disposición lineal a lo largo de la costa y se distingue por los edificios monumentales (en particular la catedral), por las residencias privadas de ensueño, por las plazas y en especial por su paseo arbolado y por la exquisitez de sus jardines. La policromía y abundancia de flores, aunado a su impecable estado de conservación, contribuyen a la elegancia y toque aristocrático de esa parte de la ciudad. Mención aparte, el esplendor de un día soleado con las playas pletóricas de bañistas disfrutando de una arena que impresiona por su limpieza. Otra cosa es la temperatura más bien fría del mar cantábrico.... tampoco se puede tenerlo todo. El Palacio de Festivales y el de la Magdalena son centros culturales y de enseñanza de renombre internacional. Para el visitante temporal causa una genuina envidia porque lo que allí se programa esta reservado con muchísima anticipación. En síntesis, este nueva oportunidad de disfrutar de Santander, aunque haya sido fugaz, bien vale por si sola la escapada que hemos realizado.
El Parador de Limpias se encuentra rodeado de varias hectáreas de bosque. La edificación central es el “Palacio de Eguilior” construido a principios del siglo XIX y recientemente restaurado. Allí se celebraban los Consejos de Ministros en la época de Alfonso XIII y fue propiedad del Ministro de Hacienda de esa época. Limpias en el siglo XVI tuvo una actividad portuaria importante. Es la primera población que se encuentra remontando el rió Ansón y de allí se llego a exportar gran cantidad de fruta a Inglaterra y Flandes. Más adelante era por donde salía el trigo de Castilla hacia América.
Sería demasiado largo detallar las visitas a San Vicente de la Barquera, Laredo, Colindres o Castro Urdiales. También nos acercamos una vez más a Bermeo, en donde nos encontramos con una merma importante de embarcaciones debido a veda para la pesca de anchoa.
Conclusiones provisionales: Ilusión no falta. Tengo la percepción de que estamos en buen camino y que puede augurarse una etapa interesante. Continuaremos disfrutando de nuestra actual residencia hasta que sea posible, y a la hora de cambiar de rumbo, habrá que afinar los sentidos para actuar con sensatez. Recuerdo ahora que en párrafos anteriores hacia mención expresa de asuntos cuya explicación ofrecía para más adelante. Este es el momento de solicitar que se acepte un aplazamiento, ya que quedan cosas por clarificar. En esta materia hemos dado muchos tumbos hasta que hemos logrado afinar los sentimientos y las posiciones de cada cual. Yo puedo decir algo que a los pocos días me doy cuenta que debía rectificar en bien de todos (recuerdo mi delirio con la vivienda que vi en Cascáis – Portugal). Nuestros hijos contribuyen también a modular las decisiones y no haremos nada que a estas alturas pueda tomarse como una deslealtad. Con el transcurrir del tiempo sabremos si hemos escogido el camino acertado.
FIN DEL INICIO DE LA PAUSA
Mediados de Agosto/2005
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En estas semanas de “abstinencia informativa”, he aprovechado para hacer una incursión en el pasado. He leído sobre religiones, sobre Las Cruzadas, he repasado con aprensión el tema de La Santa Inquisición y estoy por finalizar la lectura del libro “Hernán Cortés” escrito por Salvador de Madariaga. ¡Por Dios! Cuanta crueldad, barbarie, desenfreno y fanatismo. Percibo que se aproxima mi retorno a lo cotidiano en materia informativa y me planteo con incertidumbre si de algo me ha servido esta escapada. Puede ser que nos toque aprender a leer, escuchar y ver las noticias de una forma selectiva. A fin de cuentas, es quizás lo más razonable.
2 comentarios:
Conforme. Bien.
Pedro, como todas las cosas que haces el blog esta cargado de sabiduría y bondad: te felicito. Una recomendación si quieres aumentar tu audiencia es que hagas las entradas mas cortas, por capítulos. Eso es tan importante para la blogsfera que incluso hay aplicaciones para que pongan los post con timer. Sigue así que tus reflexiones son siempre iluminadoras.
Un abrazo,
Miguel Jaime
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